La autora reflexiona acerca de las ventajas de la mediación escolar como método pacífico de resolución de conflictos en el ámbito educativo.
Varios interrogantes suscitan en la vida escolar, la escuela pareciera ser la caja de resonancia de la comunidad en donde está inserta, por lo tanto, cuando ponemos la mirada en lo que sucede en los colegios, daremos cuenta de lo que ocurre en el contexto local y global. Haciendo una analogía con la medicina es como la muestra de sangre para el análisis clínico del cuerpo humano.
A la mayoría de las personas en algún momento de nuestras vidas, nos atraviesa la escuela ya sea porque fuimos o somos alumnos, padres, profesores o porque que trabajamos en ella. Y cada uno de los integrantes de la comunidad educativa puede dar cuenta que en algún momento de la dinámica de la vida escolar aparecen situaciones de comunicaciones confusas, situaciones de violencia que llevan a malos entendidos, prejuicios, discriminaciones o situaciones que se viven de manera negativa y con desagrado. Frente a esto, cada uno de los integrantes reacciona a las situaciones descriptas de diferentes maneras: algunos retirándose, otros evitando la situación y cediendo, haciendo que gane el otro, otros enfrentando y compitiendo, algunos utilizando la fuerza física o el poder destructivo de la palabra, mientras que otros tantos, derivan el problema a un superior para que se haga cargo, imponen un castigo o atribuyen culpas.
¿Qué pasaría si desde la escuela comenzamos a tener una actitud más “responsable” y generar hábitos de comportamientos más restaurativos y menos sancionatorios?
Cuando digo “responsable” quiero hablar del compromiso de intervenir en situaciones desventajosas y destructivas, de las que formamos parte, y cuando está en nuestras manos el poder realizar una acción para variar su curso. Entonces “el hacer responsable” se construye con los otros (una persona, grupos y la comunidad escolar) y a partir de allí, el sentido de pertenencia y el compromiso. Entonces podríamos preguntarnos ¿Cómo se reproduce este sentido de pertenencia y el compromiso en la escuela? Y desde mi formación y mi práctica laboral, podría responder que desde el diálogo, desde la escucha empática, desde la solidaridad (que implica que en algún momento deberíamos atender las necesidades del otro cediendo las nuestras), desde el sentir que somos parte de un todo, de aprender a expresar nuestras necesidades, de hacer el esfuerzo intelectual y emocional de comprender las situaciones conflictivas, de aprovechar la oportunidad del conflicto para recomponerse y examinar las opciones, de decidir ciertas acciones, tener más claro los intereses y las metas propias, y las del otro, expresarse en lenguaje positivo (evitar la utilización del “no”, y del modo peyorativo tanto de las personas como de situaciones).
Si bien vivimos el conflicto como un suceso que nos desorganiza, nos pone en crisis, si aprendemos a abordarlo constructivamente o a darle un enfoque positivo el mismo será una oportunidad de cambio y crecimiento, y dará lugar a: 1.reclamos justos, 2. fomentar la solidaridad y 3. Sincerar las relaciones interpersonales. He aquí mi propuesta de la Mediación Escolar como método pacífico de resolución de conflictos, ésta nos podría permitir construir este sentido de pertenencia, compresión y compromisos hacia el futuro en las escuelas. El rol del mediador escolar (asumido por un alumno) o del mediador adulto (asumido por un docente o un tercero neutral) implica dejar los deseos, necesidades y valores propios para seguir a los de las partes o personas en conflicto, pasando a ser un facilitador en la comunicación entre las personas involucradas en la situación conflictiva.
Invitada: Abog. María Lorena Pedruzzi. Mediadora Mat. 477. Socia de la Asociación de Mediadores de Río Cuarto
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