El artículo informa acerca de los Trastornos del Espectro Autista, cuáles son los aspectos a observar para su detección precoz, y la importancia del abordaje oportuno e interdisciplinario.  

El Autismo como cuadro clínico, aparece en el año 1943, por Leo Kanner y en 1944, Asperger escribía algo semejante. Ellos observaron una serie de características similares en varios niños, principalmente relacionadas a dificultades en la comunicación e interacción social, y lo denominaron: Autismo. Desde ese momento, la ciencia ha realizado innumerables estudios que buscan definir el trastorno, sus características, conocer su etiología (causas) y generar tratamientos y técnicas adecuadas y efectivas. Desde hace ya algunos años, existe un consenso interprofesional en su denominación, definición y diagnóstico. Es el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales, DSM V, que los ha denominado Trastornos del Espectro Autista (TEA), y propone para ellos, las siguientes características:

1- Déficits persistentes en la comunicación y en la interacción social en diversos contextos, no atribuibles a un retraso general del desarrollo, manifestando simultáneamente los tres déficits siguientes:

  • Déficits en la reciprocidad social y emocional.
  • Déficits en las conductas de comunicación no verbal que se usan en la comunicación social.
  • Déficits en el desarrollo y mantenimiento de relaciones adecuadas al nivel de desarrollo.

2- Patrones de comportamiento, intereses o actividades restringidas y repetitivas que se manifiestan al menos en dos de los siguientes puntos:

  • Habla, movimientos o manipulación de objetos estereotipada o repetitiva.
  • Excesiva fijación con las rutinas, los patrones ritualizados de conducta verbal y no verbal, o excesiva resistencia al cambio.
  • Intereses altamente restrictivos y fijos de intensidad desmesurada.
  • Hiper o hipo reactividad a los estímulos sensoriales o inusual interés en aspectos sensoriales del entorno.

Estas características del trastorno pueden aparecer en un amplio abanico de intensidad. Pueden estar casi todas y muy marcadas, o las necesarias para el diagnóstico, pero de intensidad muy leve. Esta característica específica de variabilidad en la intensidad de los síntomas, es la razón por la que al cuadro se lo ha denominado “espectro” autista.

En necesario que los síntomas de los TEA, estén presentes en el período de desarrollo temprano en los niños. En ciertas ocasiones, tienen un desarrollo normal hasta los 18 meses de edad y a partir de allí, comienzan a perder las habilidades adquiridas hasta el momento. Por ello, es muy importante tener en cuenta qué aspectos observar y a qué puntos prestar atención para su detección precoz. Algunos de los más importantes son los siguientes:

  • No presentan el gesto de mirar a los ojos.
  • No responden al llamado por su nombre.
  • No comparten la intencionalidad de las acciones con otros.
  • Hay dificultades en la comprensión de la intencionalidad de los otros con ellos.
  • No comparten la atención sobre algo con los demás.
  • No hay interés adecuado en objetos y juegos.
  • No señalan objetos que les llamen la atención.
  • No comparten sus juguetes y juegos con otros.
  • Suelen preferir juegos solitarios.
  • Suele haber preferencia marcada por un mismo objeto, juguete, juego o persona.
  • Hay dificultades en la adquisición del lenguaje. Suele costarles mucho decir palabras y frases o las dicen en una jerga inentendible.
  • Repiten palabras sin sentido, o dejan de decirlas.
  • No presentan interés en la comunicación con los demás.
  • Hay dificultades en compartir y comprender los estados emocionales con otros.
  • Suelen ser muy sensibles a estímulos sensoriales o verdaderamente parecer no percibirlos.

Si se observan varios de estos puntos en un niño, es sumamente importante la consulta a un profesional. Lo que se recomienda en primer lugar, es consultar a un neurólogo o un neuropsicólogo, para que se realice la evaluación neurocognitiva necesaria, y así poder saber si ese niño tiene TEA o no. Llegado al diagnóstico, los profesionales suelen sugerir los tratamientos necesarios a realizar. El abordaje de los TEA es interdisciplinario, pero la cantidad de terapias depende del grado en que se encuentre el niño dentro del espectro.

Una detección precoz, una evaluación completa, la realización de los tratamientos adecuados y el trabajo y compromiso del entorno familiar, son aspectos esenciales para lograr un pronóstico sumamente positivo en estos niños.

Lic. Erika M. Beccaría, Psicóloga – M.P. 8010

Miembro de Fundación Clínica de la Familia


Nota Publicada en diario Puntal el sábado 5 de agosto de 2017.

Informar para la Salud - 05-08-17


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