Muchas son las preguntas que nos hacemos cuando vemos que un miembro de nuestro entorno está teniendo una extraña relación con los alimentos, especialmente nuestros adolescentes y jóvenes. Aunque en la actualidad las patologías alimentarias se están presentando a edades cada vez más tempranas, por lo que también vemos su aparición en las niñas y niños. Es importante definir a los trastornos alimentarios como una patología multicausal. Es decir que incluye el orden de lo emocional, de lo biológico, de lo genético y lo socio cultural.

El Manual de Psiquiatría DSM V define a los trastornos alimentarios como: “La alteración persistente en la alimentación o en el comportamiento relacionado con la alimentación que lleva a una alteración en el consumo o en la absorción de los alimentos y que causa deterioro significativo de la salud física o del funcionamiento psicosocial”. Incluye dentro de los trastornos alimentarios a la Bulimia Nerviosa; Anorexia Nerviosa; Trastornos de atracones; Trastornos de evitación/restricción de la ingestión de alimentos; Trastornos de rumiación y pica.

Estas patologías suelen presentarse con prevalencia en los adolescentes, cuyas elecciones se encuentran influidas por un entorno sociocultural que en ocasiones pone en riesgo su salud física y emocional. Durante este periodo de vida, los adolescentes necesitan sentirse “pertenecientes” a un grupo de referencia y tienden a imitar conductas. Así vemos que todos los miembros del grupo parecen tener las mismas características físicas. La sociedad impone un modelo físico que no está al alcance de todos, y los adolescentes para lograrlo ponen en riesgo su propio cuerpo.

Para algunos la delgadez, por ejemplo, puede ser una característica genética y biológica que no les implica esfuerzos; pero para otros, para llegar a esa delgadez hacen grandes esfuerzos y sacrificios en detrimento de su salud física y emocional. Así, se vinculan con la comida haciendo dietas hipocalóricas o muy estrictas que comprometen su crecimiento y producen carencias nutricionales importantes. Desde lo emocional se vuelven intolerantes, malhumorados, disconformes con todo lo que se refiere a sí mismos, autoexigentes, pero por sobre todas las cosas no se sienten felices porque por más esfuerzos que hagan, ya que nunca se terminan de ver bien.

También suelen someterse a rigurosas rutinas de ejercicios físicos: van al gimnasio, corren, salen en bicicleta y les parece que siempre es poco o lo plantean como algo “normal”.

Una característica importante que hay que tener en cuenta, es la negación que hacen del problema, que a veces lleva a confundir a los padres que también tienden negar la situación. Y luego nos encontramos con una patología que ha llegado a un extremo que para revertirla es necesaria una internación.

Por tal motivo siempre, ante cualquier duda, es necesario acercarse a un profesional de la salud mental para poder visualizar lo que está sucediendo y prevenir futuras complicaciones, que de dejarlas pasar se pueden convertir en severas patologías.

Siempre hay tiempo de revertir una situación cuando aún no se ha hecho crónica.

Autora: Lic. Analía Fazzano. Psicóloga, MP. 3661.

Miembro de la Fundación Clínica de la Familia

 

 

 


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Artículos de interés y actividades por la salud emocional