Andrea Galaverna, titular de la Defensoría del Pueblo de Bariloche, expuso su experiencia en un encuentro nacional realizado en Río Cuarto
En el encuentro de defensores del Pueblo del país “Abriendo Caminos al Diálogo y la Convivencia”, la Defensoría del Pueblo de Bariloche presentó su trabajo: “Mediación en conflictos familiares: palabras que duelen, palabras que sanan”. Fundación Clínica de la Familia estuvo presente en el evento organizado por la Defensoría del Pueblo de Río Cuarto, y dialogó con Andrea Galaverna, responsable del ente del sur argentino.
“Presentamos la experiencia de la Defensoría del Pueblo de Bariloche en las mediaciones familiares”, indicó Galaverna en diálogo con Informar para la Salud.
Explicó que se trata de una defensoría bastante nueva, creada en 2009, y que desde 2011 se realiza este tipo de trabajos. “Cuando se instaló la mediación comunitaria se excluyeron los temas de familia y se los deja en una instancia prejudicial, pero a medida que fue creciendo el servicio nos encontramos con situaciones de familia que no llegarán nunca a la Justicia, porque no pueden acceder a un mediador que los acompañe y suele vincularse más a un conflicto de vecindad”, aseguró.
Puso como ejemplo un caso típico de los que tratan en esta área del ente, que es coordinada por Ingrid Kuster: “El ejemplo más claro de este tipo de casos es el de un terreno en el que viven los hijos adelante y atrás los padres. Uno decide tener un perro y al otro le molesta, pero se trata de un problema porque seguirán siendo padre e hijo durante toda su vida. Aparece un cerco y a los adultos mayores les cuesta ingresar al terreno”.
Explicó que se trata de conflictos familiares que no hablan del vínculo matrimonial ni de su disolución. “Tuvimos, por ejemplo, el caso de una pareja que se había divorciado y tenían un problema con el traslado de los chicos, por lo que querían hacer un régimen para utilizar el auto”, señaló la defensora.
– ¿Sobre qué ejes se capacita a los mediadores para el trabajo sobre estos conflictos?
– Todos tienen que tener una profunda capacidad de escucha, de tener empatía con el otro, entender que uno puede tener un concepto de familia, pero cada persona tiene su definición y será la familia la que, a través del diálogo, resolverá su conflicto. El vínculo es algo que perdurará en su vida. Si uno se muda, cambia de vecino, pero de padre no lo hará.
– ¿Éste es un punto en el que se trabaja? ¿Resolver el conflicto sin afectar el lazo?
– Claro, siempre decimos que lo que nosotros tenemos de valioso es la facilidad con la que la familia entra a la mediación y la posibilidad que tiene de reparar un vínculo con palabras que sanan, sacando la bronca. Hay una frase de (Humberto) Maturana que dice que las palabras nos traen un mundo a las manos y los mediadores ayudan a las partes a encontrar este mundo.
Acceso a la Justicia
“Se trata también de una cuestión de acceso a la Justicia. Cuando la gente se sienta en un espacio de mediación tiene la misma sensación de acceder a la Justicia a que si va al Poder Judicial, donde es más costoso y con tiempos más lentos”, dijo Galaverna, que agregó: “En nuestro espacio, como toda mediación, es voluntaria, gratuita y confidencial”.
– Bariloche es una ciudad grande, ¿qué tipo de conflitos se presentan con más frecuencia en la Defensoría?
– El turismo genera más situaciones de conflicto, en especial sobre cuestiones vinculadas a ruidos molestos. Lo mismo sucede con muchas mediaciones que tenemos con iglesias por el alto volumen de la música que escuchan. Sin embargo, en lo que es propio de casos familiares, hay muchos conflictos de abuelos y nietos, como el caso de una abuela que alberga a su nieta y ella luego trae a su pareja, por ejemplo.
– ¿Se incentiva a los miembros de la Defensoría a estudiar herramientas de la mediación?
– Casi todos los integrantes de la Defensoría, incluso los que están encargados de la atención al público, estén entrenados con herramientas de mediación, porque es una manera de poder poner las cosas en su justa medida. Es tener una estrategia a la mano.
Invitada: Andrea Galaverna, Defensora del Pueblo de Bariloche.