Un estudio en el que participa la Universidad de Oviedo determina que los modelos de familia influyen en la ingesta de alcohol, tabaco y cannabis
Los hijos adolescentes de padres autoritarios y también los de familias sin control ni afecto tienen más riesgo de consumir alcohol, tabaco y cannabis. ¿Cuál es entonces la medida de prevención más eficaz? La respuesta es sencilla: los hogares que responden a modelos autorizativos y también los indulgentes. Estos patrones de relación también tienen una influencia directa sobre el desarrollo de una sexualidad equilibrada, en evitar comportamientos violentos y en obtener mejores resultados escolares. Esta tendencia, normalmente atribuida a las sociedades del sur de Europa, es común a la mayor parte de los países del continente. Los extremos, por tanto, no funcionan. Ni los excesivamente déspotas y arbitrarios ni tampoco los descuidados e indolentes.
Estas son algunas de las conclusiones obtenidas por un estudio que acaba de publicar la revista Drug and Alcohol Dependence, dirigido por el Instituto Europeo de Estudios en Prevención (Irefrea), con sede en Mallorca, y en el que ha participado la Universidad de Oviedo, a través de los especialistas Roberto Secades y José Ramón Fernández Hermida. Los expertos han analizado los datos obtenidos en encuestas realizadas a más de 7.000 adolescentes mallorquines y se han centrado en analizar la influencia de los padres. Después han comparado los resultados con los de otros cinco países europeos: Suecia, Reino Unido, Portugal, Eslovenia y la República Checa.
El autor principal del informe es Amador Calafat, psiquiatra y terapeuta, explica que en la adolescencia «la mayor parte de los problemas van cogidos de la mano», por lo que los estilos de vida de las familias son determinantes. No obstante, alerta de datos curiosos obtenidos en este trabajo. Por ejemplo, aunque el 30% de los jóvenes menores de 19 años admite haberse emborrachado en el último mes, solo el 5% de los padres cree que a su hijo se la ha ido la mano con el alcohol en el mismo periodo. «Es un fenómeno curioso porque conocen las estadísticas generales, creen que los amigos de sus hijos sí beben pero no lo quieren creer de ellos», precisa Calafat.
El informe clasifica a los progenitores en cuatro categorías diferentes: autoritaria, autorizativa, indulgente y negligente. Las dos de los extremos son las que confieren más riesgo de consumo de drogas. Las dos del centro son las que atenúan el peligro y se convierten en el mejor antídoto contra las adicciones en adolescentes y también contra los trastornos del comportamiento.
Los expertos coordinador por Calafat describen a las familias autoritarias como aquellas exigentes, controladoras y poco afectivas. Las autorizativas son controladoras y exigentes, pero en menor grado, resultan más afectivas y proporcionan normas claras y razonadas. Las indulgentes tienen un nivel de represión muy bajo, en cambio, responde a pautas de comprensión y amor. Las poco afectivas no son represivas pero tampoco afectuosas. Los modelos familiares tienen una influencia en el consumo de drogas legales y también las ilegales, ya sea alcohol y tabaco o cannabis. No hay diferencias significativas en el acceso a una u otra sustancia en función del tipo de padres que estén educando a los hijos. Del mismo modo, que puede estar interrelacionado con la forma con la que afronta la sexualidad.
La parte negativa es que los adolescentes han adoptado como propio el fenómeno de la borrachera, que antes era típico de países nórdicos y anglosajones. «Ahora somos el segundo país en consumo compulsivo», explica Calafat quien marca una gran diferencia entre el comportamiento de hace 30 años y el actual. «No se puede comparar la etapa de experimentación que vivían generaciones actuales con los patrones de comportamiento actuales, explica el psiquiatra.
Lo interesante de este estudio es su influencia en la prevención, cómo las familias disponen –al menos estadísticamente– de influencia suficiente para educar en el consumo y para evitar el inicio precoz, «porque cuanto comiencen a consumir sustancias tóxicas, más perjudicial será su efecto».