En Navidad afloran numerosos conflictos familiares que, a menudo, permanecen latentes durante el resto del año.
La Navidad, una de las fiestas más importantes de la tradición occidental, ha calado de forma profunda, hasta tal punto que la celebran creyentes y no creyentes como un día relacionado con unión familiar, alegría y reencuentro. Pero hay otras «navidades» que tienen una cara menos solidaria y fraterna, y que experimentan miles de personas para quienes el 24 de diciembre dista de ser un día de felicidad y armonía. Por el contrario, la soledad, los problemas familiares, las envidias, los celos y otros sentimientos negativos provocan que la venta de antidepresivos aumente hasta un 40% en estas fechas.
Navidades: días críticos para los conflictos
Pilar Rojas, médico psicoanalista del Grupo Cero, explica que en Navidad el encuentro con los familiares cercanos implica siempre un cierto grado de tensión porque rara vez se celebran como uno pensaba. «Cada persona tiene su propia familia, que ha creado en su psiquismo y de la que se cree el centro. Este hecho para algunos es muy tranquilizador, mientras que para otros supone una fuente de rivalidad continua», matiza.
Los principales conflictos están relacionados con la familia y las demandas afectivas de todos los miembros
Esta especialista afirma que estas fechas, con la celebración en el mundo cristiano del nacimiento de Jesús, recuerdan el propio nacimiento de un individuo y hacen que se piense en su muerte. «Para el ser humano, asumir su mortalidad, la finitud de la vida, es una de las cuestiones siempre presente y que más conflictos genera. Por otra parte, el paso del tiempo, marcado en estas fechas, viene a sumarse a lo antes señalado», concluye Rojas. La ausencia de seres amados o el reencuentro con parientes poco apreciados, son algunas de las situaciones más comunes que generan tensiones en estos días tan especiales por la carga cultural, emocional, psicológica y social que encierra la celebración de la Navidad.
Ana Berástegui Pedro-Viejo, investigadora del Instituto Universitario de la Familia de la Universidad Pontificia Comillas, enumera tres tipos de conflictos familiares en estas fechas:
- Los conflictos permanentes: vigentes durante el resto del año, pero que entran en contraste con lo esperado de estas fechas. Por lo general, en Navidad se vive con mayor intensidad y dolor lo que en otro tiempo se considera un enfrentamiento cotidiano. «Un ejemplo muy simple es un adolescente que en todas las cenas se levanta de la mesa antes de que los demás terminen para chatear con sus amigos, pero si hace esto el día de Nochebuena, los progenitores sentirán con mucha más fuerza que se distancian del hijo o le prohibirán hacerlo…», explica la experta.
- Conflictos propios de estas fechas: dado que los festejos navideños enfrentan a todas las familias a una serie de tareas y decisiones que también pueden resultar complejas, relacionadas con el lugar donde juntarse para comer y cenar, quiénes serán los invitados, qué regalos se deben comprar o quiénes se encargarán del cuidado de los niños.
- Conflictos profundos en todas las familias y que brotan estos días por el mayor tiempo de los miembros para estar juntos. Estos problemas, vigentes durante el resto del año, no se manifiestan o se hacen conscientes en otros momentos. «Sin ir más lejos -explica Berástegui-, puede haber parejas que no sepan comunicarse ni llegar a acuerdos, pero como durante el resto del año la vida está más pautada y ordenada, no se dan cuenta de ello hasta que tienen que pasar más tiempo juntos para preparar los eventos navideños con la familia».
La investigadora sostiene que los principales problemas en estas fechas están muy relacionados con la familia. Al fin y al cabo, las familias crean su propia cultura, sus propias costumbres y sus propios ritos que, en Navidad, entran en conflicto con las culturas familiares de origen. Las demandas afectivas de todos -padres, hijos y abuelos- pueden dificultar mucho la toma de decisiones y el bienestar de la familia.
Otro tipo de cuestiones tienen que ver con la toma de decisiones económicas, constata Berástegui. «La Navidad enfrenta a las familias a muchos gastos excepcionales y las dificultades económicas o los diferentes criterios de decisión en estos temas pueden incidir en un aumento de la conflictividad. También se encuentran en esta situación los adolescentes que ponen en cuestión las tradiciones familiares de sus padres», puntualiza.