Desde las neurociencias se brinda un punto de vista diferente acerca de estos sentimientos. Lo que nos permite entender el desarrollo de los mismos, en la construcción de una pareja.
Músicos, poetas, escritores, filósofos, psicólogos, científicos y una gama interminable de individuos, han colaborado en definir el amor. Cada uno con su visión particular. Definir el amor de forma absoluta y completa es una tarea utópica. Las neurociencias ofrecen un punto de vista diferente e interesante, acerca del desarrollo este sentimiento en los seres humanos.
Como se sabe, el cerebro humano tiene la capacidad de generar sentimientos, entre ellos el amor. Así, un individuo que está enamorado, experimenta ciertas modificaciones en algunos sectores de su cerebro, en comparación con alguien que no siente lo mismo. Aunque le reste romanticismo al tema, lo anterior, destruye uno de los grandes mitos del amor: el corazón poco o nada tiene que ver con el amor. Todo lo contrario, es más bien el cerebro el órgano amoroso por excelencia.
Aclarado esto, veamos algunas consideraciones acerca del desarrollo del amor. Cuando empezamos a sentirnos enamorados, vemos perfecta a nuestra pareja y sentimos las famosas mariposas en el estomago. En estos momentos sentimos pasión, podríamos hacer o dejar de hacer, cualquier cosa por él o ella. Por otro lado, existen matrimonios de muchos años que tienen una relación excepcional, donde no me queda duda que hay mucho amor, pero ellos no sienten las mariposas.
Cuando hablamos de amor en pareja podríamos decir que existen dos fases por las que se atraviesan, la primera, es el enamoramiento, Donde todo es perfecto, no existe persona con la que seamos más afín, que nuestra pareja y nuestro único interés es amarla y que nos ame. La segunda fase, es el amor, que es lo que empezamos a sentir cuando termina la locura del enamoramiento. Sin embargo, no todas las relaciones llegan al amor y no todas las que llegan, necesariamente estuvieron enamoradas.
El enamoramiento apasionado tiene una duración de entre 6 y 36 meses. En este momento la química de nuestro cuerpo cambia. Comenzamos a producir 7000 veces más dopamina (considerada la hormona del enamoramiento y la ternura), que alimenta la fantasía y la imaginación. Utilizamos a nuestra pareja como una pantalla en blanco donde proyectamos todo lo que queremos ver. Nos sentimos entusiasmados y en nuestro cerebro se bloquea la lógica y la razón. Es cuando creemos haber encontrado a nuestra alma gemela, a nuestra media naranja. Al aumentar la dopamina, con ella aumenta también la testosterona (considerada la hormona masculina, que también es producida por las mujeres) y con ella el deseo sexual. Esta es la razón por la que los primeros tiempos de la relación las parejas son más activas sexualmente.
Cuando los niveles de dopamina regresan a su producción normal es cuando dejamos de fantasear con los infinitos atributos de nuestra pareja, es cuando nos enfrentamos con la realidad y nos comienzan a irritar cosas de nuestra pareja, como su personalidad o las cosas que hace y deja de hacer. Existe mucha gente que pareciera adicta a los niveles altos de dopamina y a los efectos que esto tiene en nuestro cuerpo, ya que en cuanto comienza a sentir que las mariposas del estomago se apagan y que la persona que veían perfecta, tiene más defectos de los que recordaba. Entonces dan la relación por terminada.
Con el tiempo toda la locura de la pasión, desvanece gradualmente. La fase del enamoramiento pasional no dura toda la vida y es entonces cuando comienza la segunda fase que denominamos como amor. Es el momento en el que la locura e intensidad del enamoramiento son remplazadas por un sentimiento de paz, seguridad y comodidad. Cuando comienza el amor, se da otro cambio químico en el cuerpo. Al disminuir la producción de dopamina, aumentan los niveles de oxitocina (considerada la hormona del apego) y vasopresina (considerada la hormona de la monogamia). A estas dos hormonas se les considera las “hormonas de la satisfacción”.
Muchos se reprochan no haber valorado adecuadamente a sus parejas durante la primera fase: el enamoramiento. Se dicen: “Me decían que tenia mal carácter y no pude verlo”. Es importante liberarse de esta culpa y entender que si no pudo ver los defectos de la pareja en un principio, fue porque la química que ocurría en su cuerpo actuaba como venda en los ojos. Al decir del Humorista Cacho Buenaventura: …estaba de novio …. ¡No vió! … ¡Nada, en ese momento!
Algunos podrían sentir que se ha perdido algo maravilloso al terminar el enamoramiento. En cierta parte esto es verdad pero por otro lado, es un hecho que cuando uno está enamorado la incertidumbre del ser correspondido es inmensa, es tan intensa que no podríamos vivir así toda la vida, sin volvernos locos. Es por esto que el amor viene a calmar ese sentir con un momento de estabilidad, paz y comodidad. Dejamos de tener una pareja perfecta y comienza a ser un compañero y testigo de nuestra vida. El estar enamorados es una experiencia única pero el amar a nuestra pareja es una forma de vida, en la que se tiene que trabajar día a día para conservar el respeto, la confianza, el romanticismo, la comunicación y por ende, el amor.
En su libro, El Arte de Amar, Erich Fromm dice: “Comenzamos a amar cuando dejamos de estar enamorados.”
Lic. Amado Pauletti. Psicólogo M.P. 2154 – Terapeuta de pareja y familia
Presidente de Fundación Clínica de la Familia