Todos sabemos, por experiencia propia, lo difícil que es pedir perdón y reconocer los errores. Y a medida que nos hacemos mayores, más difícil es. Sin embargo, la persona que sabe perdonar vive más feliz, sin rencores y sin tantas presiones internas; perdonar se convierte así en una herramienta terapéutica para el alma. Y tan necesaria es para los niños como para los adultos.
Pedir perdón de manera consciente y voluntaria ayuda a los niños a:
- Ser responsables de sus actos
- Ser respetuosos con los demás
- Reconocer y cambiar comportamientos negativos
- Desarrollar habilidades cognitivas
Tres consejos para enseñar a los niños a reconocer sus errores y disculparse por ellos:
- A través de tu ejemplo
No solo en las cosas que le atañen a él, sino como principio de vida en tu familia. En tu relación con tus hijos y con tu pareja. Con tus amigos, en el supermercado o en el pediatra. Reconocer los errores y disculparte por ellos si es que afectan a los demás debe ser un principio de vida y no solo una estrategia educativa. “Perdona hijo, he llegado tarde a recogerte; lo siento. Intentaré no volver a hacerlo”.
- Haz que reflexione en vez de obligarlo
Tu hijo debe darse cuenta de lo sucedido. No des por sentado que un niño tan pequeño entiende que su amigo llora porque le ha quitado su camión. En lugar de obligarlo a pedir perdón, repasa la situación con él y hazle preguntas como éstas: “¿Cómo se sentía Carlos antes de que le quitaras su camión? ¿Y ahora que se lo has quitado? Imagina qué sentirías si tú estuvieras jugando muy contento y de pronto un niño llegara y te quitara tu juguete sin pedirte permiso. Qué tristeza, ¿verdad? ¿Qué te habría gustado que hiciera Carlos si él te hubiera quitado el camión? ¿Qué podrías hacer tú para que Carlos no estuviera tan triste?” De esta manera permites que tu hijo se percate de su error, encuentre su propia solución y una respuesta compensatoria.
- Enséñale a describir la situación
Decir “perdón” no es lo mismo que “pedir perdón”, reconociendo el error y con la intención de no repetirlo. Para que un niño se percate de su responsabilidad en el acto, comprenda que se ha equivocado o que las consecuencias de sus actos han afectado a los demás debemos enseñarle a describir. Un niño pequeño solo lo aprenderá si te ve describir a ti en todos los contextos: “Te quiero pedir una disculpa por haberte gritado. Creo que no es necesario gritarte para decirte las cosas. Me he equivocado. En esta casa no se grita, se habla con cariño, lo siento”.
Nunca obligues a tu hijo a disculparse
En vez de ello, dale información de lo sucedido y una oportunidad para hacer algo por el otro. Es la única manera, junto a tu ejemplo, de que entienda hasta dónde llegan las consecuencias de sus actos, y busque estrategias reparadoras. Si lo obligas , solo consentirás que pida perdón por coacción u obediencia ciega, y que crea que así se resuelve la situación sin sentir ninguna necesidad de cambiar su comportamiento.
El objetivo de pedir perdón no es solo disculparse sino que haya un cambio en su consciencia, que entienda cuál fue su error y el alcance del mismo para así buscar estrategias que ayuden a que no lo vuelva a hacer. Se trata de que entienda que todos los errores tienen solución y que está en sus manos compensar la falta y evitar que se repita. Un error es una oportunidad de aprendizaje y no un medio para hacer sentir culpable o mal a los niños.
Al ayudarle a pedir perdón fomentas habilidades cognitivas como la percepción clara y precisa, instrumentos verbales adecuados, capacidad de considerar dos o más fuentes de información a la vez, capacidad de percibir y definir el problema, habilidad para diferenciar datos relevantes e irrelevantes, amplitud del campo mental, Interiorización del propio comportamiento, pensamiento hipotético y comunicación descentralizada, entre otros.