En el artículo se destaca la importancia de la reconstrucción de los vínculos afectivos, laborales y comunitarios, para una recuperación integral.

 Informar para la Salud - 14-05-16

A principio de los años 50, se empieza a mencionar la reinserción como un derecho humanitario para ciertos grupos sociales como delincuentes, minorías étnicas, alcohólicos, drogadictos, enfermos mentales, sujetos con capacidades diferentes y familias con múltiples problemas psicosociales.

Se atribuye a Rene Lenoir haber acuñado el término de exclusión social, sin embargo, solo existe un punto en que están de acuerdo todos los investigadores,  la imposibilidad de definir la exclusión con un solo criterio y la amplia repercusión de la misma en la vida cotidiana de un sujeto común.

La exclusión social se define generalmente como, un conjunto de mecanismos de ruptura, tanto en el plano simbólico (estigma social y atributos negativos), como en el plano de disolución de diferentes vínculos sociales.

El ser percibido como adicto, marca muy negativamente la vida, tanto social como laboral del individuo. Produciéndose una construcción social referencial bajo el estigma de drogadicto o toxicómano, que es siempre arbitraria, cultural y totalizadora.

La sociedad busca clasificar y dividir a los seres humanos en función del grado de pertenencia o no a ésta, por lo que excluye a unos colectivos (generalmente los más débiles) de toda participación social y lo hace en el ámbito de las ideologías excluyentes, bajo miles de atributos negativos para justificar su exclusión/marginación, entendiendo por esto último la decisión social -de forma implícita-, de prescindir de ciertos individuos, aquellos que se encuentran en los límites o fuera de ellos (como es el caso de los toxicómanos).

La reinserción social es un proceso de trabajo y acompañamiento profesional que promueve la búsqueda y reubicación del excluido en el contexto social.

La reinserción social en un tratamiento por adicciones, es una etapa fundamental para desarrollar y consolidar las habilidades adquiridas en el proceso de tratamiento y/o rehabilitación. El objetivo fundamental consiste en alcanzar un mayor nivel de autonomía del sujeto en su regreso a la comunidad.

La reinserción social constituye un desafío de gran envergadura. Se trata de una renovación consigo mismo, con quienes lo rodean, con el mundo laboral y con su comunidad. En los casos de dependencia a drogas, es un trabajo conjunto con el equipo asistencial, donde se debe considerar la vulnerabilidad de la persona, adaptar el proceso a su singularidad y sustentarse en los recursos disponibles.

La capacidad de una persona para decidir, resolver problemas, organizar y administrar su tiempo y recursos, se evalúa y reafirma de manera constante a lo largo de todo el proceso terapéutico. Así pues, la reinserción social se ha constituido como el componente estratégico más relevante de un tratamiento exitoso.

El consumo es una pérdida de calidad de vida, pero también se convierte en un hecho diferencial con relación a quienes no son consumidores (la mayoría). El adicto vive la vida a través de la sustancia y adquiere en la mayoría de los casos  el rol estigmatizado de drogodependiente, perdiendo su lugar/espacio en la sociedad, siendo exiliado, apartado, separado socialmente.

En la reinserción social de adultos, es imprescindible la integración laboral. Esta pasaría necesariamente por un periodo de formación, en el que no sólo deberá adquirir los conocimientos necesarios para desempeñar una actividad laboral, sino las habilidades sociales perdidas. Porque tener un empleo, no es sólo desempeñar unas tareas. Realizar un trabajo y recibir un sueldo por ello, es mucho más, es ocupar o volver a ocupar un puesto/lugar en la sociedad.

Sólo participando activamente en la sociedad (a través del trabajo) es cuando se nos reconoce como individuos de plenos derechos y deberes, es cuanto “somos” para los demás. Es aceptación y responsabilidad social.

La ruptura con el consumo es el primer paso para lograr la reinserción social, es crear nuevos estilos de vida libres de drogas. Es adquirir nuevos valores, los que permitirá una mejor calidad de vida.

Mariano German Rosales. Asistente Social – M.P. 2216
Integrante del Equipo de Asistencia a las Adicciones de Fundación Clinica de la Familia


Compartir:


  Categorías:

Informar para la salud