Los asuntos que hay que atender durante las celebraciones de fin de año suelen provocar, en algunas personas, conflictos emocionales y familiares.
La temporada navideña es excelente oportunidad para reflexionar, disfrutar y tener mayor contacto con los seres queridos. Sin embargo, ésta es sólo una cara de la moneda, pues para algunos estas celebraciones generan estrés, por lo que pasan los días llenos de angustia, enojo o hartazgo, entre otras emociones.
Cuando llegan las celebraciones de fin de año, a menudo la convivencia familiar implica cierto grado de tensión porque no transcurre como uno desearía, ni de acuerdo con los mensajes que transmiten los medios de comunicación: ¡Una esplendida y unida familia!
Los principales conflictos emocionales, en esta época del año, suelen estar relacionados con las demandas afectivas entre familiares. La ausencia de seres queridos o el reencuentro con parientes poco apreciados, por mencionar algunos, desencadenan situaciones comunes que generan tensión en estos días tan especiales por la carga emocional, cultural, psicológica y social que encierra el festejo de la Navidad.
En términos generales, se han descripto diferentes tipos de conflictos emocionales y familiares que surgen durante la época navideña:
Del momento. Es frecuente que durante las fiestas, las familias se enfrenten a tareas y decisiones que alteran el ánimo, pues deben definir dónde se reunirán para cenar, quién elaborará la comida, qué regalos adquirir o cuánto dinero gastarán. Esto suele perturbar a quienes atraviesan, por ejemplo, una difícil situación económica por estar desempleados o tener deudas que crecieron a lo largo del año.
Permanentes. Son conflictos que se presentan todo el año y contrastan con el espíritu de estas fechas. Un ejemplo es el hijo que suele consumir drogas y que habitualmente no comparte actividades de la vida familiar, y en la cena del 24 de diciembre desaparece muy temprano. Esto hace que padres, hermanos, y resto de la familia sientan con mucha más fuerza que «algo no anda bien». Y se ponga más en evidencia un problema que viene de hace bastante tiempo.
Profundos. En todas las familias existen viejos problemas que suelen pasar a segundo plano durante el año, porque los integrantes viven de manera independiente y el trato personal deja de ser cotidiano. Sin embargo, el problema reaparece. Es el caso de parejas que tiene dificultades para comunicarse, es decir, el resto del año sólo se ven al final del día o durante el fin de semana y gracias a ello, su vida resulta más «fácil» de controlar, sin embargo, en las fiestas descubren la falta de diálogo.
En estas celebraciones, suele pasar que nos generemos altas expectativas de «ser felices», de reconciliarnos o de solucionar viejos problemas. La posibilidad de chocar con la realidad cuando descubrimos que los conflictos familiares no desaparecen al llegar la Navidad, es elevada.
Por lo tanto, conviene que todos llevemos a cabo la tarea personal de encontrar un significado propio a las celebraciones de fin de año, independientemente del mandato cultural.
Tomemos en cuenta que no existe la familia perfecta. Lo importante es valorar las cualidades de cada uno de los miembros y compartir los aspectos positivos, con cada familiar. De esta manera estaremos fortaleciendo los vínculos afectivos de nuestra familia, que seguramente contribuirán al desarrollo pleno y saludable de cada uno de sus integrantes.
Una simple sugerencia sería que frente a la nostalgia por la ausencia de familiares queridos, ante el enojo de no haber alcanzado las metas propuestas, o tener que compartir con familiares «incómodos», es mejor centrar nuestros pensamientos en aspectos positivos apreciando más lo que somos, hemos logrado y mantenemos.
Podríamos reflexionar que en la navidad suelen ocurrir encuentros, ausencias, discusiones y alegrías…como en la vida misma.
Y por último, deséales que en estas celebraciones, como en el resto del año, encontremos motivos para fortalecer la familia… ¡Felices fiestas!
Lic. Amado Pauletti. Psicólogo. M.P. 2154
Presidente de Fundación Clínica de la Familia.