El círculo cercano juega un papel fundamental para que la persona pueda afrontar una enfermedad que supone una durísima exigencia emocional
El cáncer es una enfermedad que impacta en la vida de la persona. Conlleva una modificación del curso natural de la vida del individuo en sus actividades diarias, como el trabajo, las relaciones y los roles familiares. Además conlleva un elevado nivel de estrés psicológico que se manifiesta en forma de ansiedad y/o depresión, y esta relacionado principalmente con la incertidumbre sobre el diagnóstico, la agresividad del tratamiento, la falta del control social y personal y el deterioro físico progresivo. Provoca reacciones de sobresalto e incredubilidad, así como sentimientos de miedo y ansiedad.
El cáncer tiene un significado negativo en nuestra sociedad, dado que se lo asocia a muerte, dolor y sufrimiento. Es por ello que tiene un impacto tan fuerte en la subjetividad de las personas. Las respuestas de los individuos van a ser variables porque dependen de cómo sea impactado al sujeto. No todas las personas van a reaccionar del mismo modo; esto depende de la personalidad base del sujeto y de los recursos psíquicos con que cuenta.
La mayoría de los pacientes oncológicos vive un proceso psicológico adaptativo denominado “duelo oncológico” que consiste en un conjunto de etapas por las que atraviesa durante los meses que siguen al diagnóstico. Este proceso le permite al paciente estructurar una respuesta a los desafíos a los cuales deberá enfrentarse.
Elizabeth Kübler-Ross describió estas etapas de la siguiente manera:
1- Negación o Aislamiento: permite amortiguar el dolor ante una noticia inesperada. El paciente no puede comprender lo que ha sucedido. Puede ir acompañada de reacciones como el shock y desvanecimiento.
2- Ira: la realidad empieza a penetrar en la conciencia y la negación es sustituida por el enojo. Comienzan a surgir todos los “por qué”.
3- Pacto: el paciente intenta hacer un trato con Dios o con el destino, prometiendo algún voto a cambio de más tiempo. Trata de llegar a un acuerdo para intentar superar la traumática vivencia o ganar tiempo.
4- Depresión: la persona se ve invadida por una profunda tristeza. Es un estado temporario y preparatorio para la aceptación de la realidad, en el que es contraproducente intentar animar al doliente. Si se le ayuda a expresar su dolor será más fácil la aceptación.
5- Aceptación: el paciente siente que esta preparado y asume la realidad y comienza a ser activo en su proceso de curación.
El rol de la familia
Tanto el paciente como su familia deben estar acompañados para poder aceptar y elaborar esta realidad. Se trata de que puedan superar la sorpresa y el impacto, enseñándoles a convivir con una nueva imagen corporal, un lugar diferente en su medio social, familiar, cultural y laboral.
La familia es quien debe acompañar al paciente enfermo sin perder su propio mundo, es quien debe aprender a ver ese ser querido en situaciones difíciles y angustiosas, así como disfrutar su recuperación. Tras este impacto, se producen cambios en todos los miembros de la familia: comienza a agrietarse el equilibrio existente, y al mismo tiempo se empieza a tener en cuenta que la familia es el sostén del miembro enfermo. La familia es también el apoyo del equipo profesional para la recuperación y la contención en los acontecimientos posteriores al primer momento de la enfermedad.
La familia se ve obligada a renegociar roles y funciones que hasta ese momento venía desempeñando el miembro enfermo. La negociación dependerá de la importancia de los roles y funciones desempeñados por el paciente, y por la flexibilidad para el cambio, tanto de la familia como del enfermo. Asimismo es muy importante cuidar al cuidador para que éste no claudique en su tarea.
Recomendaciones
Hay una serie de actitudes y actividades recomendadas por el Instituto Nacional Americano para el cáncer, que el paciente debe tener en cuenta para luchar contra la enfermedad.
-Ser consciente de que el diagnóstico de cáncer no es una sentencia de muerte, y que siempre hay posibilidad de disfrutar la vida.
-Hacer planes para el futuro, no renunciar a conseguir nuevas metas.
-No culparse cuando la enfermedad no evoluciona como se quisiera.
-Seguir los consejos del equipo asistencial.
-No sentirse desamparado. Luchar contra el sentimiento de soledad.
-No permitir que las relaciones entre familiares y amigos sean diferentes a como eran antes del diagnóstico.
-Ser consciente de lo que realmente se puede y no se puede hacer. Procurar no relegar en otras personas aquellas actividades que se pueden realizar.
-Intentar describir la enfermedad en términos de esperanza. Sentirla como un desafío y no describirse como una victima.
-Perseguir la felicidad y evitar las situaciones estresantes; intentar descargar emociones y sentimientos negativos, practicar relajación.
-Intentar visualizar la recuperación y mantener una postura de esperanza.
Lic. Melina Devalle, psicóloga (M.P. 6620). Miembro de la Fundación Clínica de la Familia.
Escucha la entrevista en el micro de Informar Para la Salud en Fm Digital 91.9 realizada el día 09 de enero de 2013: