En este texto la autora reflexiona sobre algunas consideraciones acerca del proceso humano de la constitución del sentirse hombre o mujer
Las personas nos constituimos como tales a través de un proceso de identificación de tipo inconsciente. Esto significa que existe una transformación de nuestro psiquismo en tanto y en cuanto tomamos como modelo a “otro” ser humano. Al principio de la vida la identificación es primaria y se realiza con la figura materna, o quien cumpla este rol. Nos humanizamos en la relación con otro ser humano que brinda los cuidados necesarios para que se constituya la persona. Es decir que, tomo el modelo, “copio” por decirlo fácilmente, lo proceso en mi interior y en base a ello me modifico. Decimos que la identificación primaria es fundante, es la que nos hace considerar ser humano, “Yo soy”, aunque al comienzo no lo podamos verbalizar, luego vendrán otras identificaciones, secundarias, en la sucesivas etapas vitales que nos irán transformando a lo largo de nuestro crecimiento.
La identidad primaria es una identificación ontológica, donde el ser humano se reconoce en tanto ser humano con otro y esto produce la sensación de existencia. En esta identificación primaria se constituye el Yo y sus atributos, los cuales son muy básicos en este momento vital y allí ya está incluido el género: “soy una nena”, “soy un nene”.
La identidad es el conjunto de rasgos propios de un individuo. Es la conciencia que una persona tiene respecto de sí misma y que la convierte en alguien distinto a los demás.
El concepto de identidad sexual hace referencia a la visión que cada persona tiene de su propia sexualidad, lo que resulta determinante a la hora de relacionarse con otras personas.
Debemos distinguir entre identidad sexual, que es el género que la persona siente que la representa (femenino-masculino) y, orientación sexual, que se refiere al sexo hacia el cual se siente atraída dicha persona. Ambos casos escapan a la voluntad, por lo cual es incorrecto hablar de “elección”, no se puede decidir ser hetero u homosexual.
Debemos diferenciar, como decíamos anteriormente, entre la identidad sexual y la orientación sexual. Esta última, es posterior y determina por quien una persona se siente atraída. Entonces decimos que un heterosexual siente atracción por el sexo opuesto. En cambio un homosexual en el caso de un hombre, siente atracción por otro hombre.
En el caso de las personas transexuales hablamos de una alteración que también se da en el Yo, pero no en el sentido psicopatológico del término, sino a la no correspondencia entre biología y psiquismo. La persona siente que está en el cuerpo equivocado. No hay correspondencia entre el cuerpo y el sentir.
Es importante distinguir que una persona transexual no es homosexual. El transexual se enamora de alguien de otro sexo al que él se siente pertenecer. Por ejemplo, nace con un cuerpo masculino, se siente mujer y le gustan los hombres.
En el caso del travestismo, que tiene sus diferencias, la persona siente que pertenece a un género que no concuerda con su anatomía biológica. La diferencia con el transexual es que no se realiza cirugías de reasignación de sexo, sino que recurre a otros métodos para expresar su sentir interior y comunicarlo al resto de la sociedad.
Debemos ser muy respetuosos respecto a las formas de ejercicio de la vida sexual, por la sencilla razón que debemos respetar el funcionamiento psíquico de cada persona.
El rol del psicólogo, en el caso que alguien consulte por alguno de estos temas, deberá ser el de tratar de ayudar a lograr mejores índices de estabilidad emocional. Deberemos bregar por que la persona pueda reconocer su realidad interna y externa de manera de poder encontrar el mejor equilibrio posible entre ambas.
Lic. Estela Dova. Psicóloga (M.P. 1.936) Magíster en Psicoanálisis. Miembro de Fundación Clínica de la Familia