En las últimas semanas hemos oído hablar sobre el abuso sexual infantil, era hora que como sociedad empezáramos a poner en palabras este tema que desde siglos ha sido un tema tabú no sólo en el ámbito familiar sino en diferentes contextos sociales.
Es por ello, que nos parece importante desde el equipo de prevención y asistencia en violencia familiar acompañar a los papás y a profesionales que trabajan con niños, brindándoles información sobre esta temática, siendo la principal herramienta a la hora de detectar estas situaciones tan terribles y dolorosas que cualquier persona y sobretodo un niño, puede padecer.
¿A partir de qué edad podemos hablar de sexualidad infantil?
La sexualidad es una construcción social pero también subjetiva, que forma parte de nuestra identidad, la podemos ver materializada en diversas conductas, comportamientos o emociones con el resultado de la obtención de placer. Somos seres sexuales desde el momento en que nos conciben, puesto que es un acto sexual el que nos engendra. Cuando el bebé nace, necesita una estimulación sensorial y sensual constante. Por ejemplo, a través del contacto piel con piel el bebé comprende que está en un mundo seguro en el que se le ama. Es decir, que somos seres sexuales desde el principio de nuestra existencia.
¿Qué es el abuso sexual?
La Organización Mundial de la Salud definió, en al año 2011, a la violencia sexual como: “todo acto sexual, la tentativa de consumar un acto sexual, los comentarios o insinuaciones sexuales no deseados, o las acciones para comercializar o utilizar de cualquier otro modo la sexualidad de una persona mediante coacción por otra persona, independientemente de la relación de esta con la víctima, en cualquier ámbito, incluidos el hogar y el lugar de trabajo”.
A partir de esta definición, el abuso sexual puede abarcar el uso de grados variables de fuerza, la intimidación psicológica, la extorsión, las amenazas, estos son considerados actos de coacción.
¿Qué signos nos pueden hacer sospechar que un niño está sufriendo situaciones de abusos?
Es imprescindible agudizar la mirada en el cuidado cotidiano de nuestros hijos. Nos podemos encontrar con varias manifestaciones o síntomas como irritabilidad, insomnio, pesadillas recurrentes, bajo rendimiento escolar, conductas de evitación de determinados espacios o personas, elevados niveles de ansiedad o de angustia, dificultades en el aprendizaje, aislamiento, dificultades en el control de esfínteres, entre otros. De todas maneras, ante cualquier duda o sospecha es imprescindible acudir a una persona especialista que ayude a resolver las inquietudes, ya que los síntomas o manifestaciones pueden variar de acuerdo a la edad cronológica o período evolutivo de la víctima.
¿Cuáles son las consecuencias a nivel psicológico y emocional de los abusos durante la infancia, una vez llegados a la edad adulta?
No se puede generalizar las consecuencias que puede sufrir o padecer en la edad adulta un niño que ha pasado por esta situación. Cada persona tiene un temperamento de base y una personalidad concreta, que determinan su manera de afrontar y resignificar estas situaciones ante la vida. Es cierto que la ruptura interna que estos niños tienen en una edad temprana les genera una fractura profunda en su personalidad. A menudo puede afectar la autoestima, el autoconcepto, entre otras características de su personalidad, pudiendo también aparecer adicciones, conductas auto o heteroagresivas, etcétera.
¿Cómo actuar ante la sospecha de una situación de abuso sexual infantil?
Debemos estar atentos a las señales físicas, cambios de conducta, de comportamiento, rendimiento escolar, higiene, juegos, etc. Ante esto corresponde comunicar a la Senaf y/o realizar la denuncia en la fiscalía provincial, esto debe ir acompañado de la facilitación al acceso a tratamientos específicos e integrales.
Una sociedad que se hace cargo de sus fisuras y puede evolucionar es aquella que nombra los posibles peligros que existen, y facilita herramientas para afrontarlos a quienes son vulnerables a sufrirlos. Siempre es necesario buscar la ayuda de profesionales que comprendan no sólo la problemática que padece el niño sino también su círculo más cercano. Es por ello, que sugerimos que en el caso de que haya sospechas de que un niño o adolescentes está sufriendo o a sufrido situaciones de abuso sexual, paralelamente a todo el procedimiento judicial y pericial, se busque una persona profesional que pueda acompañar no sólo al niño sino también a su entorno más cercano y que le facilite herramientas para ayudarlos a sostener lo que vive o está viviendo ese pequeño. Como madre o padre que lees esto, es importante decirte que si tu hijo ha atravesado por un tipo de situación así, va a necesitar mucha comprensión, cariño, amor y acompañamiento.
Por María Gisela Constantino Lic. En psicología M.P 7899