Al terminar el secundario, los adolescentes deben optar por una profesión, y esto los enfrenta con temores y con las expectativas del grupo familiar.
Al terminar el secundario, muchos adolescentes piensan continuar estudiando en la Universidad, pero no todos tienen claro qué carrera seguir. Este proceso involucra a todo el grupo familiar, y pone en juego no sólo las expectativas de ellos, sino también las de los padres. El pasado jueves, la Fundación Clínica de la Familia llevó a cabo una conferencia sobre el tema, a cargo de las especialistas Julia Aizcorbe y Cecilia Ortiz*. En esta entrevista, las profesionales dan cuenta de los pormenores del proceso de elección vocacional.
-¿Qué ocurrre cuando los adolescentes no tienen una decisión clara respecto a su vocación?
-Ortiz: En general, los que vienen a pedir ayuda profesional son los padres porque están ansiosos respecto a la decisión que tienen que tomar los chicos. En este sentido, hay que decir que no todos los chicos eligen de la misma forma ni en el mismo tiempo. Por lo general surge la ansiedad cuando los padres ven que los hijos de los demás ya tienen una elección clara.
-Aizcorbe: Muchas veces, los padres le transfieren los deseos y anhelos propios en lo que respecta a la elección de una carrera.
-¿En estos casos se trabaja sobre la ansiedad de los padres?
-Aizcorbe: En general, se trabaja con todo el núcleo familiar. Cada caso es particular, y por eso las técnicas que se usan con cada adolescente son distintas. -Ortiz. La elección vocacional es un proceso, y eso es algo que no hay que perder de vista, porque muchas veces padres e hijos llegan con una demanda urgente. Tienen la idea de que el profesional puede resolverles rápidamente el futuro.
-¿Cualquier persona puede hacer un proceso de orientación vocacional?
-Ortiz: La orientación vocacional no tiene edad. Hay gente adulta mayor que consulta, hubo casos de personas jubiladas que quieren conocer qué les gustaría hacer, porque la oferta educativa para adultos mayores ha ido creciendo. También hay gente que terminó una carrera de grado y que asiste a orientación vocacional. En realidad, es para cualquier persona que esté por elegir un proyecto de vida; un oficio o una meta personal.
-Aizcorbe: La demanda mayor viene de los adolescentes que terminan el secundario y quieren seguir una carrera universitaria. Sin embargo, no es el único ámbito de trabajo. También hay muchas personas que llegan para una reorientación vocacional.
-¿Son comunes los casos de personas que han empezado varias carreras universitarias pero ninguna los convence?
-Ortiz: Creo que esto ha aumentado mucho a partir de la falta de motivación, del desinterés y de una baja toleracia a la frustración. Porque estudiar una carrera universitaria implica manejar una cierta carga de frustración. Y yo veo que en los jóvenes hay mucha ansiedad, incluso fobia a los exámenes. Todo eso trae aparejado un cuadro de situación que a lo mejor no era tan frecuente antes, pero que hoy es mucho más común.
-¿Es diferente el trabajo en la reorientación vocacional?
-Aizcorbe: El proceso siempre consiste en que el sujeto se abra, que conozca sus anhelos, sus deseos, sus aptitudes. Y la segunda etapa es brindarle información para que elija de mejor manera. -Ortiz: Generalmente, los procesos de reorientación se dan con mucha frustración por parte de la persona. Y muchas veces tienen cuadros de ansiedad, desinterés y con la carga del proyecto que no funcionó como ellos hubieran querido. En algunos pocos casos, la persona vuelve a elegir la misma carrera, porque no es la elección lo que está mal. Y en otras oportunidades, se elige desde la fantasía, desde el desconocimiento. Sin embargo, en los procesos de reorientación hay más herramientas para trabajar con los chicos.
-Aizcorbe: Siempre se trabaja desde la interdisciplina, con psicólogos, psicopedagogos, psiquiatras. -Ortiz: En cuanto se detecta una cuestión que excede el proceso de orientación vocacional, se puede hacer la derivación.
-¿Han aumentado las inseguridades de los chicos a la hora de elegir una carrera?
-Aizcorbe: Las inseguridades existieron siempre, pero ahora los adolescentes tienen más libertad para expresarlas. -Ortiz: Por otro lado, están inmersos en una cultura de la inmediatez. Están acostumbrados a que aprietan un botón y sale lo que quieren saber, jugar o hacer. Creo que eso también hace a la cuestión. Y potencia la característica de los adolescentes, que a lo mejor siempre fue así. Lo que sí se ve es que muchas veces actúan sin antes haber pensado o meditado.
*Lic. Julia Aizcorbe, psicopedagoga, miembro de la Fundación Clínica de la Familia Lic Cecilia Ortiz, psicóloga (M.P. 4.520)