En conmemoración al día de la solidaridad, reflexionamos sobre este concepto y su valor en la construcción de nuestra sociedad.
El “Día Nacional de la Solidaridad” fue establecido en Argentina en homenaje a la Madre Teresa de Calcuta el 26 de agosto en conmemoración a la fecha de su nacimiento en el año 1910. En tanto que en el año 2005 la Organización de las Naciones Unidas (ONU) proclamó el 20 de diciembre como el “Día Internacional de la Solidaridad”, recordando la Declaración del Milenio (en el año 2000), aprobada por los Jefes de Estado y de Gobierno con ocasión de la Cumbre del Milenio, y su compromiso de erradicar la pobreza extrema.
En sociología, la solidaridad se refiere al sentimiento de unidad basado en metas o intereses comunes, así como a los lazos sociales que unen a los miembros de una sociedad entre sí. En la actualidad, coexisten varios modelos de solidaridad, uno de ellos, la concibe solamente como una campaña donde se destaca la reacción urgente y puntual ante las tragedias humanitarias, sin un compromiso duradero. En el tercer sector u organizaciones de la sociedad civil, la solidaridad se entiende como propuesta de cooperación y como estrategia de desarrollo.
Así, podemos concebirla como una característica de la sociabilidad que inclina al hombre a sentirse unido a sus semejantes y a la cooperación con ellos. Un valor que nos ayuda a ser una mejor sociedad y que no solamente debe vivirse en casos de desastre y emergencia. Siempre que se ayuda a alguien estamos asistiendo a una manifestación de la solidaridad. No provoca indiferencia, sino que es capaz de cambiar el estado de las situaciones en cuestión. Así entendida, la solidaridad genera transformaciones tanto en los agentes sociales como entre las personas y grupos beneficiarios. Se trata, por tanto, de una solidaridad que lleva a una acción transformadora que «se ha de plasmar en itinerarios concretos de trabajo, esto es, en proyectos transformadores de la realidad”.
En este sector, la solidaridad también es uno de los principios de voluntariado, al entenderlo como un instrumento de la participación solidaria de los ciudadanos en la comunidad. La solidaridad es un valor que la persona voluntaria descubre en su intimidad porque puede generar una cierta empatía con las personas que le rodean. Sin ella, cada uno se encerraría en su pequeño mundo y buscaría su propio bien sin interesarle el de los demás. La solidaridad trasciende a todas las fronteras: políticas, religiosas, territoriales, culturales, y es más que nada un acto social, una acción que le permite al ser humano mantener y mantenerse en su naturaleza de ser social.
Debido a lo anterior es que resulta fundamental fomentar y desarrollar la solidaridad en todas sus aristas, es importante comenzar a fomentarla desde la infancia, con pequeñas acciones de la vida cotidiana, como el respeto y la ayuda a quienes lo necesitan.
Se puede decir que la solidaridad se establece como la base de muchos otros valores humanos o, incluso, de nuestras relaciones sociales más valiosas, tal como es el caso de la amistad. En este sentido, la solidaridad nos permite sentirnos unidos a otras personas en una relación que involucra sentimientos necesarios para mantener el funcionamiento social. En términos más generales, puede incluso permitirle al hombre sentir que pertenece a determinado lugar; en otras palabras, permite desarrollar sentimientos como los de pertenencia a cierta nación, manteniendo a los ciudadanos de un mismo lugar luchar juntos por un mismo motivo o trabajar unidos para lograr una misma meta.
Para que la solidaridad esté completa no es suficiente darse cuenta de que podemos brindar apoyo, sino hacerlo. Es decir, se trata de reconocer las necesidades de los demás y actuar. Existen muchas formas en las que se puede poner en práctica, por ejemplo, se puede ser solidario contribuyendo con nuestro trabajo, nuestro tiempo o dando ánimos a quienes lo necesitan. Y cuando varias personas colaboran para alcanzar un bien común, la solidaridad permite lograr cosas que los individuos por sí solos nunca podrían conseguir.
Lic. Eliana Durán, Comunicadora Social
Miembro de Fundación Clínica de la Familia