Los principales síntomas son un sentimiento de baja realización personal, agotamiento emocional y actitud negativa hacia el ámbito laboral. Los casos típicos se dan en quienes se desempeñan en áreas comoeducación o salud
El desgaste laboral o “Síndrome de Burnout” fue definido en el año1974 por el psicólogo estadounidense Herbert J. Freudenberger, quien observó en los voluntarios que trabajaban en su clínica de la ciudad de Nueva York cierta sensación de frustración, como consecuencia de la realización de esfuerzosfísicos y emocionales sostenidos durante un tiempo prolongado.
Es un síndrome clínico que suele darse en sujetos que trabajan en contacto permanente con otras personas, por lo que se observa con frecuencia en profesionales de la salud y de la educación, destacándose ambas como poblaciones particularmente vulnerables. A pesar de ello, ha sido identificadoen el ámbito laboral en general siendo extensivo a otras ocupaciones yprofesiones.
Dentro de las diversas teorías explicativas, Maslach y Jackson(1986), describen a este síndrome con tres rasgos característicos o síntomas principales:
– Baja realización personal: caracterizada por el desarrollo de unsentimiento de fracaso personal. Es habitual que la persona se sienta incapazde llevar a cabo su trabajo, especialmente en relación con las personas hacialas que trabaja y los destinatarios de sus servicios. Puede decirse quedesarrollaría expectativas negativas de eficacia.
– Agotamiento emocional: la persona desarrolla la vivencia de encontrarse emocionalmente agotada, experimenta la falta de recursos emocionales y siente que nada puede ofrecer a las personas para las que trabaja. Constituye un elemento fundamental en el desarrollo del síndrome y aparece asociada a manifestaciones físicas del trastorno.
– Despersonalización: manifiesta actitudes negativas hacia las personas para las que trabaja, adoptando una relación distante y de escasa receptividad hacia las demandas que éstas le realizan (Rudow, 1999; Wanzer yMcCroskey, 1998).
Las fases de desarrollo
La primera fase, considerada leve, suele iniciarse con sentimientos de angustia y la sensación de falta de tiempo, y dificultades para desconectarse del ámbito laboral. Se manifiestan dificultades para concentrarse en el trabajo, cansancio e irritabilidad, así como diversas somatizaciones (insomnio, problemas gástricos, dermatológicos y cardiovasculares, dolores de cabeza y otros).
La segunda fase, aguda, consiste en un agravamiento de la anterior. Comienzan a evidenciarse consecuencias más marcadas a través de un descenso en la productividad, ausentismo, bloqueo mental, apatía, falta de motivación, y deseos de abandono de la actividad laboral.
La prevención
En lo que refiere a lo organizacional, dentro de las diferentes instituciones y empresas es indispensable que se trabaje en relación al fortalecimiento de vínculos, tanto en lo personal como en lo profesional,ofreciendo el apoyo y contención necesaria, así como también fomentar sistemas de trabajo en equipo, emprendiendo acciones que posibiliten generar un ambiente laboral adecuado y saludable.
En relación a las acciones que pueden emprenderse a nivel individual, las estrategias adecuadas para minimizar sus efectos giran en torno a la detección de las fuentes de estrés, y modificar las formas de afrontar los problemas y de resolver los conflictos.
Un aspecto indispensable lo constituye la adecuada administración del tiempo, la organización de pequeños descansos dentro de la jornada laboral y trabajar en torno a la consecución de objetivos concretables.
Es recomendable emprender acciones sencillas como olvidar problemas laborales fuera del trabajo, tomar vacaciones anualmente, hacer ejercicios de relajación, programar actividades recreativas, realizar algún deporte,compartir y disfrutar del tiempo libre con amigos o en familia.
Lic. Marcos Igarza (M.P.7014). Miembro de la Fundación Clínica de la Familia.
Escucha la entrevista en el micro de Informar Para la Salud en Fm Digital 91.9 realizada el día 05 de marzo de 2013: