La enfermedad produce un fuerte impacto emocional, no sólo en el paciente, sino -sobre todo- en la familia. Bisagra en la vida, suele desnudar miserias y virtudes del grupo familiar. Un diálogo franco sobre un tema tabú
Nadie está preparado para recibir un diagnóstico de cáncer. Tema tabú en la sociedad argentina, todo lo que tenga que ver con esta enfermedad suele esconderse bajo la alfombra mientras se pueda. Por eso, cuando toca de cerca, se la vive como una verdadera catástrofe. Aunque parezca ilógico, el diagnóstico resulta muchas veces más traumático para la familia que para el propio enfermo, y allí entran en juego los conflictos no resueltos, las deudas pendientes. Así y todo, es posible asumir la situación y convivir con ella, pese a ser un gran desafío. En esta entrevista el médico oncólogo Víctor Bove* (MP 12287) muestra las pistas para recorrer ese camino.
-En base a su experiencia clínica, ¿qué impacto psicológico tiene el cáncer en el paciente?
-El cáncer estuvo mucho tiempo bajo la alfombra, porque es una palabra tabú. Y sigue siéndolo. Y sigue siendo una tragedia para la familia cuando se presenta un diagnóstico de cáncer; que no es impactante solamente para la familia, sino que se extiende a los vecinos y al entorno general. Sobre todo, cuando se trata de un estado avanzado, no curable.
-¿Qué pasa con los pacientes que no tienen cura?
-Respecto de los pacientes que no se curan, hay toda una especialidad que es la de los cuidados paliativos, los cuidados del paciente y de la familia. Cuando la enfermedad no es curable, el impacto pone de relieve un cúmulo de alternativas irresueltas dentro del seno familiar. Ese impacto puede sacar a la luz grandes miserias y grandes virtudes de las personas. Como oncólogo y paliativista, en el marco de un equipo, tratamos de equilibrar toda esta situación dándole calidad de vida a estos pacientes, aunque no vayan a curarse: esto es, el acompañamiento hasta el final de los días. Es toda una especialidad, que demanda mucho cuidado y que no es fácil de ejercer. Muchas veces, hay que intervenir para ayudarle a resolver conflictos a la familia, antes de que el paciente fallezca. Incluso, hay intervenciones posteriores a la muerte del paciente para ayudar a hacer el duelo.
-Es decir que el paliativista tiene un rol más allá de lo estrictamente técnico…
-Mucho más el costado humano que el costado técnico. Quiero recalcar que no lo hace el paliativista solo, sino que es un equipo de trabajo.
-¿Lo más complicado para el paciente es asumir lo que le está pasando?
-Por mi experiencia, no es difícil para el paciente mismo, y es mucho más difícil para la familia. Lo típico es que el familiar intente «proteger» al paciente del diagnóstico, aunque éste ya lo sabe. Hay una “conspiración del silencio”, por la cual el paciente también intenta proteger a la familia, porque no quiere preocuparla, y viceversa. Sin embargo, cuando a una persona le toca, suele presentarse una resignación natural que hace que no tenga tanto sufrimiento como sus familiares. Uno encuentra muchos problemas durante el proceso: existen muchos conflictos dentro de la familia, y eso produce múltiples culpas cuando hay un paciente que va a fallecer. Son cosas que no se resolvieron en vida. Lo más importante para el paciente es evitar la soledad y el dolor; lo que menos le preocupa es la muerte.
El costado emocional
-¿Por qué habla de la soledad?
-Porque si el equipo de trabajo no logra su cometido, el paciente puede morir solo, sin la familia. Es una de las cosas más importantes. Siempre tenemos charlas familiares, para conocer quiénes son los actores de la familia y quiénes están en conflicto, para tratar de mejorar la situación, siempre pensando en el bien del paciente. Nuestra intervención en el diagnóstico y sobre todo en la prevención es muy importante. Pero la prevención también está en la etapa final, para prevenir males mayores, y por eso todo el trabajo paliativo del oncólogo y el psico oncólogo. Todo para prevenir la claudicación familiar, que es una urgencia dentro de los cuidados paliativos: cuando aparece el familiar que vive lejos, que está en desacuerdo con los demás. Todo esto es motivo de mucho más sufrimiento cuando hay un paciente que va a fallecer.
-Las cuestiones emocionales son entonces muy importantes
-Importantísimas. Y no está contemplada en el esquema oficial de salud; son una materia pendiente.
-¿Qué estado tienen la investigación y el tratamiento del cáncer?
-Quiero aclarar que el cáncer se cura en más del 50 por ciento de los casos. Lo que sucede es que lo que queda en el subconsciente de la gente son los casos que no tienen esta evolución. Evidentemente, estos casos producen un impacto emocional y social que se extiende mucho más allá de la familia. La oncología clínica, que es la especialidad que yo desarrollo, nace hace pocos años. Recién en 1945 sale al mercado la primera droga. Sin embargo, se han logrado curaciones en más del 50 por ciento de los casos. Y muchos tumores avanzados que no eran curables 10 años atrás, ahora se curan en más del 80 por ciento de los casos. O sea que la investigación es muy importante: todos los días aparecen nuevas drogas que logran mayor sobrevida, mejor calidad de vida y en muchos casos, curación. La parte que no se tiene muy en cuenta es la prevención. Por eso, es importante darle información a la sociedad, para que la gente se cuide sola. Y la parte central de la cuestión es el impacto emocional y social que se produce con el cáncer. Esto, muchas veces no va de la mano de la parte terapéutica, por el entusiasmo que despiertan las nuevas posibilidades de curación. En el costado emocional del paciente con cáncer y su familia entran a tallar los psicólogos, que constituyen la parte de psico oncología.
*Invitado: Víctor Bove, médico oncólogo (M.P. 12.287 / M.E. 6.400)
Escucha la entrevista en el micro de Informar Para la Salud en Fm Digital 91.9 realizada el día 7 de mayo de 2013: