El autor informa acerca de la importancia de lo lúdico en el desarrollo de la personalidad de los pequeños y la participación de los padres

El juego constituye un aspecto fundamental en el desarrollo del niño, representa su actividad principal y es un elemento esencial que propicia una progresiva construcción de diversos aspectos de la constitución subjetiva. A través del juego se sientan las bases para el desarrollo de diferentes capacidades, como las destrezas psicomotrices y de coordinación, el conocimiento del propio cuerpo, sus capacidades y limitaciones; el desarrollo de las habilidades cognitivas de atención, percepción y memoria; el desarrollo afectivo, permitiendo la expresión de situaciones vividas y la expresión de afectos de diverso tipo; sociales, estableciendo contacto con pares y adultos e ingresando, por medio de las reglas del juego, en un sistema de normativas que le permitirá adaptarse a las reglas de la escuela y la sociedad en general. Como puede apreciarse, es en el juego como se constituye la subjetividad humana.

Aunque de modo esquemático, podemos distinguir algunos tipos de juegos. Los mismos pueden asociarse a edades cronológicas, sin embargo su característica fundamental es que constituyen elementos necesariamente secuenciales aunque no exclusivos, por tanto y, como de hecho ocurre, pueden encontrarse misceláneas varias en niños de diferentes edades:

» Juego de presencia-ausencia: el niño se esconde detrás de la cortina para aparecer sorpresivamente, prende y apaga la luz, abre y cierra las puertas; son juegos de carácter repetitivo que muestran la alternación entre estar y no estar, entre la presencia y la ausencia del objeto. En la constitución subjetiva éste es un momento fundamental puesto que es el inicio de la capacidad de simbolización, que permitirá la aparición posterior de juegos representacionales, la utilización de la palabra como medio expresivo y de comunicación y la diferenciación de aquello que es propio del pequeño sujeto, su Yo, de aquello que es su entorno y no le pertenece. Recordemos que un símbolo es la evocación de un elemento que no se encuentra presente en términos concretos.

» Juegos de representación: la niña jugará a ser mamá, princesa o maestra; el niño es pirata, superhéroe, bombero o policía. Se pone en movimiento el “como si” que permite la escenificación de fantasías, de teorías sexuales infantiles, de los avatares identificatorios y también la elaboración de situaciones que pudieron haber marcado la breve historia de este niño. Los episodios que pueden llamarse coloquialmente “traumáticos” son puestos en escena por el niño en el juego, éste es un intento de apropiación, de comprensión del hecho vivido (dicho sea entre paréntesis: es ésta la razón por la cual el juego es una herramienta útil para detectar casos de abuso).

» Juegos de reglas: la posibilidad de establecer un entramado lúdico donde las reglas y las normas están claramente establecidas y son respetadas por los participantes da cuenta de una estabilización en el desarrollo psíquico del niño. La aceptación de estas reglas le permite la extrapolación a otros ámbitos: aceptar nuevas reglas en la casa (los “deberes” del niño en la casa van variando con los años), aceptar las reglas de la escuela, aceptar las reglas de la sociedad en general.

En el ámbito terapéutico, el juego se constituye en un elemento esencial de intervención, puesto que es a su través como el niño despliega su subjetividad, dando cuenta de sus fantasías, temores, angustias y posibles situaciones traumáticas. Es por esto que el trabajo terapéutico con niños consiste, fundamentalmente, en jugar.
Hago una breve mención a lo que puede llamarse un “fenómeno de época” como es la inclinación de niños y adolescentes a los juegos electrónicos. Aunque no se han abandonado los juegos tradicionales, los juegos electrónicos ocupan un lugar primordial en la preferencia de los niños; padres, docentes e incluso profesionales suelen mostrarse preocupados e inermes frente a lo que consideran un “problema a solucionar”. Considero que el juego (sea uno de mesa, sea la play, uno en el celular o la tablet), el juguete (sea uno importado, un palo de escoba o el dedo índice oficiando de pistola) tienen el valor de ser medios, se constituyen en una zona de posibilidades donde dependiendo de qué hagan niños y adultos con esos elementos determinará la nocividad o constructividad del juego en cuestión. En particular, respecto de los juegos electrónicos, es importante que no constituyan un elemento de aislación, que los adultos se permitan compartir con sus hijos este tipo de juegos y que asimismo los niños lo hagan con sus pares.

Lic. Guillermo Aizcorbe. Psicólogo M.P. 7021
Miembro de Fundación Clínica de la Familia
Sábado 27 diciembre 2014

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