Fortnite, el videojuego que tiene más de 200 millones de usuarios es un fenómeno mundial, allí los adolescentes interactúan y generan sentido de pertenencia. Preocupación en padres y profesionales por algunas conductas adictivas.

Fortnite cuenta con millones de descargas desde su estreno y ha alcanzado los 3,4 millones de jugadores simultáneos. Indican que la clave de su éxito reside en el dinamismo, la sencillez y la intensidad. Fortnite tiene más de 200 millones de usuarios, muchos de los cuales pasan entre seis y diez horas a la semana conectados a la plataforma. Epic Games, el estudio que desarrolló el popular videojuego, cerró el 2018 con ganancias de 3 mil millones de dólares.

Fortnite tiene un sistema que permite a los jugadores poder jugar juntos en la misma partida aunque se encuentren en distintas plataformas, por ejemplo, uno puede estar jugando desde el ordenador y otro desde la consola. Esto le da una nueva dimensión al videojuego a tal punto que parece haberlo convertido en una suerte de red social. Al estar todos conectados y escuchando también es una especie de tribuna virtual donde los jugadores opinan sobre lo que ocurre en el entorno. Cada día, los 15 millones de usuarios activos que tiene la plataforma pasan un promedio de 90 minutos chateando mientras miran videos. Mientras se libran batallas se generan charlas, los jugadores chatean tanto sobre la estrategia que deben llevar adelante para salir victoriosos como de lo que hicieron en el día. Es un espacio de socialización donde los niños y adolescentes se vinculan, planean una salida o recuerdan si tienen alguna tarea escolar pendiente.

Al parecer el interés que despierta en los adolescentes está vinculado con la posibilidad de elaborar estrategias en un sentido grupal y esa intención de pertenecer a un grupo que los diferencia de los adultos.

La OMS, por su parte, estima que entre un 2% y un 3% de las personas que juegan videojuegos tienen un comportamiento abusivo y pernicioso. Como en otras cuestiones, el problema no es la actividad en sí sino el vínculo que se establece con ella.


Juego. Personalidad. Contexto

El licenciado Amado Pauletti (MP 2154) es psicólogo, especializado en adicción, y explica que hay tres aspectos a tener en cuenta, por un lado las características de la actividad o sustancia que puede ser más o menos estimulante, por otro la personalidad y la historia de la persona, y en tercer lugar un contexto que favorezca el hábito adictivo. “Hay actividades que son muy psico-estimulantes que generan una estimulación por el hecho de jugarlas, los que diseñan estos videojuegos conocen mucho de esto, conocen mucho de la respuesta humana en cuanto a estimulo – respuesta, y cuáles son las cosas que atraen. La particularidad de Fortnite, por lo que conozco, es que tiene un plus que es jugar online, juegan en red con otras personas entonces es difícil abandonar una partida, porque no estás solo, estas en un grupo jugando este juego, entonces no solo es una decisión personal, sino que ya hay una presión del grupo a que no te vayas”, indica y agrega que al igual que las máquinas tragamonedas tienen su sistema de premiación y de castigo. “La premiación tiene que ver con sumar puntos, recompensas y niveles en los que vas ascendiendo, todo está enganchado para que la persona quede atraída, esto le dé entusiasmo y se sienta estimulada a seguir jugando, por eso la cantidad de horas frente al juego”.

Pauletti explica que tanto como los juegos, las sustancias adictivas también reúnen ciertas características que estimulan algún sector de nuestro sistema nervioso central. “Son las características de una sustancia adictiva, que pueden generar algún placer particular impactando en alguna zona particular de nuestro sistema nervioso central. Son capaces de generar placer o no, tienen más menos potencial adictivo. Ahora bien, esas características con las cuales nosotros, como sujetos, interactuamos, pueden hacernos sentir más atraídos o no, pero después están las características de las personas. Para que haya  un trastorno adictivo, las características de los sujetos se tienen que complementar, porque de lo contrario todos los sujetos desarrollarían una adicción”.

“Los sujetos a menor edad (de exposición), más vulnerables son a desarrollar una habituación o un acostumbramiento a conductas adictivas, porque el sujeto aprende que tal vez cierto malestar emocional con esa (práctica) se le pasa, aturdiéndose o estando mucho tiempo ahí”. El profesional que además es coordinador del programa de adicciones de Fundación Clínica de la Familia, habla de un sujeto con una personalidad más conformada, un adulto, y se refiere a la posibilidad de autocontrol, “hablamos de escaso autocontrol, impulsividad, buscador claro de sensaciones y de experiencias nuevas, o alguna inhibición fuerte que puede ser una timidez o un temor o un problema, inhibición social, esas características de personalidad pueden hacer que la persona sea más menos vulnerable”.

Explica que lo preocupante es cuando esto se da a corta edad, en los niños, y que si bien no están estudiadas en profundidad las consecuencias, existen artículos que plantean una habituación a estas prácticas. “Para que se entienda, si yo veo una persona que ha desarrollado ludopatía en la adultez cuando empiezo a indagar para atrás, alguna vinculación tenía con las apuestas, igual que cuando hay alguna adicción a alguna sustancia, (seguramente) en la casa se tomaba más o se fumaba, había más tolerancia ante determinados consumos, esas pueden ser algunas habitualidades aprendidas dentro del contexto familiar”. De esta forma es que las características en el desarrollo, en la historia, en el aprendizaje y en el contexto del sujeto, favorecen más o menos a desarrollar hábitos adictivos, así como también características genéticas y biológicas.

“El contexto va a favorecer o no la relación entre la sustancia y el sujeto. El contexto puede ser un micro-contexto, la familia, el barrio, que pueden fomentar todo esto, la familia puede ser más o menos tolerante de los chicos en el uso de los videojuegos. La familia puede poner límites, límites de horarios, tener conocimiento o control sobre eso, no darle plata al chico para que vaya y compre online más armas para terminar jugando más al Fortnite, o sea, no fomentar, no alentar todo eso sino poner algún limite, le está ayudando al hijo a que también se ponga límites en ese uso, porque como toda actividad cuando no nos ponemos limites podemos abusar de ella y cuando alguien abusa de algo, puede terminar teniendo una adicción”.


Jugar. Investigar sobre el juego. Hablar sobre el juego.

Los chicos usan Fortnite para jugar pero también para formar parte de un grupo, y para vincularse con sus amigos, una forma de socialización que difiere un poco de como la entendíamos hasta ahora, y se acerca más a un tipo de contacto virtual.

Guillermo Rodríguez es papá de un adolescente que juega Fortnite y nos cuenta que para él es difícil poner límites porque no vive con su hijo, sin embargo nos dice que tiene conocimiento de que su hijo pasa mucho tiempo en el juego, “es un tanto preocupante porque se vuelve muy monotemático y se enfoca demasiado en el tema del juego, si no está jugando, está viendo videos relacionados con el juego, si no está en la computadora jugando está muy con ese tema, todo gira en torno a eso, las charlas con amigos van también por ese lado. Su comportamiento también está influenciado, de hecho hace poco tiempo estuvo sin computadora, tuvo un problema de hardware, creo que más de una semana seguro, 15 días, y fue bastante traumático para él porque todos los días preguntaba por la computadora. Un chico que ha nacido con la tecnología, con la computadora, más allá de este juego en particular, siempre ha utilizado la computadora para jugar, y algunas otras actividades escolares, pero sí note en este caso que se le hacía interminable el tiempo de no tener la computadora y no saber cuándo iba a estar lista”.

El Lic. Pauletti nos explicaba que conocer del tema e interiorizarnos acerca de eso en lo que los hijos pasan tanto tiempo, también es parte del control. Respecto de eso, el papá nos decía; “la verdad que conozco muy poco de Fortnite, cuando lo veo jugar me llama la atención, veo que es un juego grupal, que se juega en red, en equipos, tiene unas gráficas realmente muy interesantes, y lo que me llamó la atención es una cuestión que tiene que ver con construir estructuras para defenderse, como si fueran paredes que van subiendo, una particularidad que no había visto en otro juego. Yo no juego con él, trabajo mucho con la computadora, toda mi jornada de trabajo está relacionada con el uso de la computadora entonces en realidad nunca se me dio por jugar, tal vez necesito otro tipo de descarga que no sea seguir sentado en la computadora”.

El rendimiento escolar también es un aspecto a tener en cuenta, hacer otras actividades y que tenga vínculos sociales o colabore con las tareas del hogar. Guillermo nos decía que seguramente su rendimiento escolar está influenciado, “porque está enfocado la mayor parte del tiempo en eso, y muchas veces se cuelgan con el juego y posponen tareas vinculadas con el colegio u otras cuestiones incluso de la casa, cuando ellos tienen que aportar un poco en el hogar. Pero principalmente las tareas del colegio, más de una vez por el tema del juego las van posponiendo. En cuanto a relacionarse con otras personas, en el caso de mi hijo es un chico muy sociable, no es un problema, nunca lo fue, pero sí se vincula con gente que está en la misma temática y no salen de eso”.

“Los chicos tienen acceso a muchos dispositivos, lo que se recomienda es que los padres tengamos algún conocimiento, y cierto control incluso sobre las redes sociales, porque después empiezan otros problemas como el grooming, entonces tiene que haber algún tipo de conocimiento y control de parte de los padres, y como todo, ser ajustado a la edad, a mí lo que realmente me preocupa es el chupete electrónico; que un niño para tenerlo sentado en una mesa le ponemos el celular con una peli y no molesta. Lo que hay que entender es que el niño se está perdiendo de interactuar con nosotros, de participar en otros contextos, conocer más de eso, estas son cosas que inevitablemente tienen algún efecto sobre la socialización, sobre las habilidades sociales,  sobre habilidades que nosotros utilizamos después para conectarnos y vincularnos con el mundo, no a través de los dispositivos”, dice Amado Pauletti.


La prohibición absoluta no existe

“Es preocupante, hoy nos relacionamos más por grupos de WhatsApp que personalmente, toda la tecnología nos da una posibilidad de accesos y de oportunidades que son sumamente útiles pero para eso tenemos que ser muy cuidadosos con los niños en relación a su desarrollo y tratar de llevar algún control, la prohibición absoluta y total sabemos que no existe, hoy plantear un adolescente que no tenga celular es una condena y algo muy duro para él que puede generar un malestar muy importante, me parece que en la etapa de niños más control, en la etapa de adolescente algún tipo de negociación en cuanto al uso”, indica el psicólogo y agrega que es importante estar alerta a algunas señales “cuando alguien se desconecta de sus dispositivos y no habla o tiene un mal humor importante o un malestar emocional importante, preguntarse qué está pasando y ayudar a tomar algunas medidas para ayudar a cierta deshabituación de eso”.

Guillermo Rodríguez contaba la experiencia con su hijo cuando pasó algunos días sin su computadora, además de notar la necesidad de alcanzar determinados logros, “veo que termina siendo como un elemento central y no como un cable a tierra o un descuelgue de otras actividades, incluso esta necesidad de generar logros le sobrecarga demasiado estrés, uno ve que en realidad, más de una vez, no la está pasando bien, no se divierte sino todo lo contrario, porque esta estresado, se frustra porque no consigue determinados logros”.

 

Por Fernanda Bireni. RPositivo


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Artículos de interés y actividades por la salud emocional