Compartimos una guía que brinda herramientas para afrontar la ira, incluyendo ejercicios que permiten comenzar a entender y tratar con ella desde una manera práctica.

¿Qué es la ira?

La descripción clásica latina define la ira como un “deseo irracional de venganza provocado por alguna ofensa real o supuesta”. El deseo de venganza es irracional porque desea vengarse del que no lo merece o porque la reacción de ira es desmesurada. A menudo, cuando alguien se enfada únicamente se da cuenta de que está enfadado. La reacción emocional puede ir desde sentirse un poco irritado hasta sufrir un ataque de furia.

Cuando la reacción emocional es de máxima intensidad es muy difícil que la persona sea consciente de otra cosa que no sea su rabia. Sin embargo, si nos fijamos en las causas de la ira nos daremos cuenta de que siempre tienen que ver con cosas que pasan fuera de nosotros (con cosas que nos están sucediendo o con el comportamiento de los demás). Por ejemplo, el conductor que interrumpía el tráfico, los niños que alborotaban o el comportamiento desconsiderado de la pareja del quiosco.

¿Qué es estar enfadado?

Es posible que en alguna ocasión se haya encontrado en alguna situación similar a las que se describen a continuación, haciendo experimentado las emociones y pensamientos que se
describen.

Jaime va hacia el trabajo cuando un coche se detiene en un cruce delante de su autobús. Pasa el tiempo y el semáforo cambia de rojo a verde una y otra vez. El coche no se mueve y Jaime empieza a sentirse cada vez más tenso y una sensación de encogimiento le atenaza el estómago. Empieza a maldecir mentalmente al conductor: «Estúpido, vago, reteniendo egoístamente a todo el mundo, me hará llegar tarde». La sensación aumenta y empieza a sentirse acalorado. Alguien tropieza con él accidentalmente, Jaime se gira, lo insulta y lo empuja bruscamente. Michelle se siente cansada y tiene dolor de cabeza, así que envía a los niños a jugar fuera diciéndoles que no la molesten. Al cabo de media hora, oye un barullo y gritos, y sale para ver qué está pasando. El niño pequeño está en el suelo y llora porque se ha hecho un cortecito en la barbilla. Los mayores le miran pero no hacen nada. Al principio se siente aliviada porque no ha pasado nada grave pero, de repente, le sobreviene un ataque de furia. Piensa: “¿por qué no pueden hacer lo que les mando?”. Se enfurece aún más, siente un pinchazo en la cabeza, las piernas le empiezan a temblar y a su alrededor todo parece volverse nebuloso o irreal, como si hubiera caído un velo. La única cosa en la que puede pensar es en pillar al niño que tiene más cerca. Piensa “Ya te enseñaré yo a no hacerlo otra vez”.

Imagine que después del trabajo, Usted va a comprar el diario. Está esperando para pagar cuando una pareja le pasa delante como si Usted no estuviera. Usted intenta controlar su genio y no decir nada, diciéndose que no vale la pena enfadarse por una cosa así. La pareja se toma su tiempo y, finalmente, cuando están a punto de marcharse, uno de ellos se gira y le mira fijamente durante unos instantes. Entonces le dice alguna cosa a su pareja y los dos se ríen mientras se marchan de la tienda. Usted se enfada y piensa que le han tomado el pelo. El resto del día se siente tenso e irritable y tiene la sensación de que le han estropeado el día.

Todo el mundo se siente enfadado a veces, a menudo a causa del estrés cotidiano por dificultades económicas, domésticas o en las relaciones sociales o laborales. Sin embargo, para algunas personas estas se convierten en algo grave que interfiere en su vida normal.

La rabia se vuelve un problema cuando es demasiado intensa, es decir, pasa demasiado a menudo, dura demasiado tiempo, estropea las relaciones sociales o laborales y especialmente si conduce a la violencia o a la agresión física.

El modelo psicológico que explica la ira reconoce que la reacción emocional es una parte muy importante de la respuesta de ira, pero no es la única. Para entender la ira debemos ser capaces de definir bien los otros factores que la componen y entender de qué manera interactúan entre sí. La ira puede dividirse en: la reacción emocional, los pensamientos de la ira, las reacciones corporales y el comportamiento agresivo. Además, también tenemos que tener en cuenta la influencia de nuestro entorno. Debemos ser capaces de definir de qué manera nos influyen las cosas que pasan a nuestro alrededor, cuáles de ellas nos provocan ira y de qué manera podemos cambiar nuestro comportamiento para que nuestro entorno responda de otra manera. Vea a continuación un diagrama (el círculo vicioso de la ira) que explica la relación entre todos los componentes de la ira.

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Fuente: Adaptado de Cameron L, Charlton F, Maunder L. Departamento de Servicios e Investigación Psicológicos de Northumberland. Hospital de Saint George.


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Artículos de interés y actividades por la salud emocional