Mejorar o mantener las capacidades del lenguaje, la memoria y la atención, en este grupo etario, favorece la adaptación social y su calidad de vida.
El número y la proporción de personas mayores aumenta inexorablemente produciendo consecuencias en el orden demográfico y cambios en las demandas sociales.
El hombre es un sistema abierto en interacción permanente con su entorno. Por tanto, y a pesar de algunas constantes, las consecuencias del envejecimiento serán diferentes de un individuo a otro en función de su herencia, de su historia personal, de su contexto de vida.
La edad de la salud de las personas mayores, en el sentido amplio del término, ha mejorado mucho teniendo como consecuencia la posibilidad de participar en un número mayor de actividades.
Estas prácticas sean físicas, intelectuales o socioculturales, tiene una influencia benéfica. Ayuda a detener el envejecimiento y permite vivir el período de la vejez en las mejores condiciones posibles. En efecto, buscar prolongar la existencia humana es loable, pero es necesario sobre todo, “dar vida a los años”.
“La memoria solo se desgasta si no se utiliza”. Éste podría ser el slogan de aquellos que deseen mantener el dinamismo de la persona mayor, reforzar su identidad y mantener su autonomía. Despertar, estimular la memoria del adulto mayor, incluso en la regresión, permite comprender mejor su historia de vida y, por consiguiente, establecer con mayor precisión sus centros de interés, evidenciar sus recursos, afectivos y psíquicos, con el fin de explotarlos de modo más eficaz en la vida cotidiana.
La familia es el punto de referencia más importante para las personas mayores. Es la institución que de la mejor forma, puede comprender y satisfacer las necesidades del adulto mayor. Por eso, es muy importante el apoyo familiar durante esta etapa de la vida, ya que le va a permitir a la persona sentirse acompañado, escuchado y fundamentalmente contenido afectivamente.
Asimismo, es de gran importancia que el adulto mayor mantenga los hábitos de cuidado personal, permitiéndole de esta forma estimular y/o conservar sus habilidades, favorecer una autoestima positiva, y de esta manera optimizar su calidad de vida tanto consigo mismo, como con los demás.
En esta etapa de la vida se hace imprescindible ejercitar el cuerpo y la mente. En este sentido, es relevante ofrecerles la posibilidad de conocer y mejorar sus propios recursos intelectuales y de esta manera que logren el dominio de destrezas que les permitan pensar, recordar, asociar, actuar, imaginar y al mismo tiempo reforzar su autonomía y su entusiasmo por la vida.
Lo que se pretende es que este grupo etario redescubra su capacidad cognitiva por medio de la ejercitación intelectual, posibilitando de esta forma, una mejor adaptación al medio social.
La estimulación cognitiva abarca todas las actividades que se dirigen a potenciar el funcionamiento cognitivo (memoria, lenguaje, atención, concentración, razonamiento, abstracción, cálculo y praxias) mediante diversas actividades. Las mismas consisten en estimular y mantener las capacidades mentales existentes, con la intención de mejorar o mantener el funcionamiento cognitivo y disminuir la dependencia.
La finalidad es trabajar sobre aquellos ámbitos que están afectados o que se han visto alterados por alguna enfermedad o el paso de los años y sobre aquellos que aún sin estar afectados mediante estas actividades pueden optimizar su funcionamiento.
A través de la estimulación cognitiva cualquier persona puede mejorar sus capacidades como el lenguaje, la memoria o la atención. Se trata de una actividad destinada a cualquier persona por sus beneficios, sin embargo, se encuentra especialmente orientada a las personas mayores en el proceso de envejecimiento normal aunque no tengan ningún tipo de demencia, ni pérdida de memoria, como así también, para personas con deterioro cognitivo leve y en situaciones de demencia leve.
Muchas veces sucede que los adultos mayores comunican que tienen dificultades para recordar cosas que antes evocaban con facilidad, de no poder encontrar las palabras adecuadas cuando lo necesitan, de olvidar dónde colocaron determinados objetos. En muchos casos estos déficits se deben a un proceso de envejecimiento normal, pero en otros son una señal de alarma que puede derivar en procesos neurodegenerativos.
Se hace relevante, entonces, poder detectar estos indicadores para realizar una consulta que permita un abordaje precoz y un tratamiento adecuado. Es primordial un diagnóstico temprano.
Lic. Verónica Grunig. Psicopedagoga. M.P. 22-2908
Miembro de Fundación Clínica de la Familia
Nota publicada en diario Puntal el sábado 15 de julio de 2017.