La autora analiza aquí la importancia de un diálogo entre los padres y los niños y adolescentes en relación con temáticas vinculadas al sexo
Hablar de sexualidad significa ponerse de pie ante el maravilloso significado en la vida de una persona, es hablar de autoestima y felicidad, reflejada en el sentir y actuar de esta.
Sin embargo, y a pesar de que los tiempos actuales en donde las nuevas tecnologías nos permiten superar permanentemente nuestras barreras del conocimiento, en esto, que debería ser lo simple y natural como es la sexualidad humana, nos cuesta hablar.Nos cuesta hablar con nuestros hijos, con nuestra pareja, conocer y aceptar nuestro cuerpo, llamar las cosas por su nombre.
Tanto es así que muchas relaciones fracasan por el solo hecho de silenciar el lenguaje del cuerpo o aceptar aquello que por cuestiones generacionales y de mandato del género se han incorporado sin cuestionar: “La mujer debe ser pasiva en una relación sexual” o “Es de poco hombre decir no frente a la insinuación de la mujer”.
Eso y otras tantas cosas que se han aprendido como naturales, muchas veces las transmitimos a nuestros hijos y a nuestros alumnos que reciben nuestras represiones e inseguridades como verdades incuestionables.
Situaciones más o menos comunes:
– Los padres nos solemos tomar todo el tiempo en la espera de que “nuestros hijos pregunten sobre sexualidad”, “que la escuela lo incluya en su currícula”, “que la profesora de biología lo haga” y sin descartar a la ginecóloga (si mi hija, es mujer) a que ella le hable, por sobre todo de anticoncepción.
– ¿Qué puede pasar? Casi generalmente que nuestros hijos no nos pregunten nunca: ¿para qué están los amigos? Siempre está el que da cátedra a sus compañeros, ya sea porque escuchó, porque otro amigo le contó o porque tiene viajes permanentes en la educadora sexual más vedette de todas, Internet.
– La escuela brinda educación sexual “pasteurizada”, a la que no hay que restarle importancia ya que todos debemos conocer biológica y funcionalmente nuestro cuerpo, órganos masculinos y femeninos, ese momento único del viaje desenfrenado que tiene el espermatozoide hacia el óvulo, las ITS (Infecciones de Transmisión Sexual) incluyendo HIV, sida. Pero no en todas las escuelas, por ejemplo, se llega a mostrar un preservativo y, además, hablar de las precauciones que hay que tener desde el momento de adquirirlo, hasta cómo debe usarse.Para saber algunos puntos e incorporarlos como de “excelencia”. Empecemos por la familia:
– Educa sin saberlo. Así como el niño desde que nace recepta y conoce del mundo que lo rodea, también la sexualidad se da de esta manera. ¿Cómo? Primero, hay una evolución psicológica de la sexualidad humana (etapa oral; anal; fálica, con sus diferentes expresiones), del resto nos encargamos los adultos que estamos en su entorno, tanto con las palabras como con los silencios y gestos o expresiones. El modo en que nos relacionamos con nuestra pareja, las demostraciones de afecto, las creencias y mitos generacionales y de diferencia de género, represiones, lo bondadoso y pecaminoso y valores, como el respeto, fidelidad, etc.
– En todas las edades hay, por parte de los niños, inquietudes con respecto a la sexualidad. Esas deben ser respondidas de manera gradual y con palabras sencillas (no se habla del mismo modo con un niño de 5 años que con uno de 14).– Debe responder quien recibió la pregunta y, muy importante, en el momento que pregunta. No podemos esperar o derivarlo a otra persona (“Cuando venga papá te va a contestar”). Con esa actitud estamos demostrando que la pregunta generó incomodidad.En el caso de los más pequeños, es recomendable preguntarles qué quieren saber y, a partir de ahí, darles una explicación básica sin mayores detalles, dejándolos tranquilos porque se les ha brindado una respuesta, porque seguramente cuando la asimilen, seguirán preguntando más.
– Hay que aprovechar las ocasiones más favorables, si hay alguna imagen o situación que ven o escuchan, utilizarla como disparador para preguntar lo que ellos opinan, hablar de las cosas por su nombre (pene, vagina, testículo, etc.) y podemos ayudarnos con alguna bibliografía para cuando llegue el momento. Para las escuelas:- Es mucho más saludable para la vida de un niño y/o adolescente que si el docente no se siente cómodo con este tema, no lo aborde, más allá de que puede ser una imposición curricular. Porque sin quererlo se transmiten mensajes cargados de represiones, prejuicios o experiencias personales negativas.A modo de conclusión, es muy importante mantener un diálogo permanente desde muy pequeños con nuestros hijos, natural, espontáneo y sencillo. Esto asegurará que ellos siempre nos consulten, que seamos su referente, y para nosotros, saber cómo están viviendo y sintiendo su sexualidad. No cedamos el privilegio de educar en algo tan maravilloso como es la sexualidad de nuestros hijos a otros. (televisión, internet, etc.) Tiene que ser una educación que trascienda los aspectos físicos, debe ser afectiva y sexual, se trata de preparar a los jóvenes en los valores del amor, el autorrespeto y el respeto al otro.
Invitada: Lic. Lilian Jaule. Psicopedagoga (M.P. 221428). Educadora Sexual.