A pesar de que las distintas aplicaciones digitales disponen de ciertas normas de seguridad, lo mejor que pueden hacer los padres es involucrarse y monitorear lo que hacen sus hijos cuando están conectados.
Sexting, grooming, cyberbullying. De repente, en los últimos años, y a la par del crecimiento exponencial que fueron teniendo las redes sociales, el mundo digital se llenó de nuevos términos que asociados a niños y adolescentes generan una más que lógica preocupación en los padres. Y es que mientras dispositivos electrónicos y redes sociales se multiplican, cada tanto los medios de comunicación dan cuenta de casos que dan pavor. Los chicos, más habituados a las nuevas tecnologías, están expuestos; los grandes, menos duchos en configuraciones de privacidad y en últimas tendencias virtuales, no saben cómo actuar.
En el medio de padres e hijos están las empresas de tecnología: Google, Facebook, Apple, Snapchat y tantas más. Que de alguna manera juegan un doble papel. Por un lado, su razón de ser es que las personas consumamos cada vez más tecnología. Y aquí no hay ningún disfraz: basta ver cualquier aviso publicitario para ver cómo se pondera todo el tiempo el “estar conectado”. Pero a la vez ofrecen ciertos analgésicos para que sigamos consumiendo sin culpa. Así es como, por ejemplo, Google tiene herramientas como SafeSearch (que filtra el contenido pornográfico en las búsquedas) o Family Link (una app para que los padres puedan ver qué hacen sus hijos en sus teléfonos celulares). Pero cuando a fines del año pasado Facebook lanzó el Messenger Kids, una aplicación “segura” para que chateen los niños, esta estrategia de fomentar la actividad digital con el anzuelo de que los mayores pueden saber qué hacen sus hijos pareció encontrar cierto límite. Una coalición de ONGs y profesionales de pediatría de Estados Unidos pidieron inmediatamente a la empresa de Mark Zuckerberg que retirara ese software. “Es particularmente irresponsable estimular a niños de preescolar para que empiecen a utilizar un producto de Facebook”, señalaron agregando además que “una creciente cantidad de estudios demuestran que el uso excesivo de dispositivos es dañino para niños y adolescentes”. La empresa se defendió diciendo que la app cumplía con todos los requisitos de privacidad y que había sido diseñada luego de hablar con miles de padres y expertos.
Chicos en peligro
Lo primero que tienen que saber los padres es a qué peligros concretos se enfrentan los chicos cuando usan las redes sociales. Y para ello conviene empezar repasando brevemente qué significan esas palabras tan vistas últimamente y con las cuales empezamos la nota. El sextinges una práctica bastante común entre los adultos y que forma parte de sus vidas privadas pero que cuando involucra a menores de edad toma otro cariz. Consiste en el intercambio de mensajes con contenido sexual, especialmente de fotos y videos eróticos y/o directamente pornográficos. El grooming, por su parte, puede estar vinculado con el sexting, ya que se trata de las acciones que realiza un adulto para ganarse la confianza de un menor con el objetivo de obtener algún tipo de beneficio sexual. Y el cyberbullying refiere al acoso u hostigamiento por parte de un grupo de individuos hacia una persona a través de medios informáticos.
Si el uso y sobre todo el abuso de las nuevas tecnologías tiene ciertas consecuencias que bien valen la pena ser consideradas, estas prácticas pueden poner directamente en riesgo la integridad física y emocional de nuestros hijos. Por eso es fundamental que los padres busquen la manera de intervenir. Laura Jurkowski es psicóloga y directora de reConectarse, un centro especializado en las problemáticas de las nuevas tecnologías. Consultada por Revista Cabal, advierte que “hoy hay chicos muy chicos que están expuestos al uso de las redes sociales sin un monitoreo de los padres, lo cual implica un riesgo concreto de que estén chateando con alguien que se hace pasar por un par pero que en realidad es un adulto o bien de un adulto que sin mentirle sobre su identidad se gana la confianza del chico”. El peor escenario, por supuesto, es que se trate de un pedófilo y que se concrete un encuentro. Pero aun cuando la relación continuara solo en un marco virtual, el peligro no desaparece. “Los chicos pueden estar expuestos a contenidos que estas personas les brindan a través de las redes sociales para los cuales sus aparatos psíquicos no están preparados, ya sean temas sexuales como también de violencia. Y muchas veces también terminan amenazándolos, pidiéndoles favores o asustándolos de que le van hacer algo a ellos o a sus familias”, agrega Jurkowski.
El contrato digital
A este panorama, bastante desolador por cierto, se debe sumar una cuestión que también juega un rol importante a la hora de tomar cartas en el asunto. Y es que los chicos de hoy, “nativos digitales” como se les dice, manejan las nuevas tecnologías mejor que los adultos. Por eso, los especialistas desaconsejan que los mayores tomen la actitud de prohibirles el uso de las redes. Por un lado, porque de esa manera los chicos se quedarían afuera de lo que sucede en su círculo de amigos. Pero además porque ellos saben más que nadie cómo rebuscárselas para crear perfiles secretos o borrar historiales.
En la página web de su centro (www.reconectarse.com.ar) hay algunos consejos para que ese monitoreo ocurra de una manera natural y en un clima de confianza mutua. Poner la computadora en un lugar público de la casa; no dejar que los chicos se queden con el celular cuando se van a dormir; hablar muchas veces y claramente del adecuado uso de internet y de sus peligros; interesarse sobre las actividades de los niños y adolescentes en internet; ser cuidadosos con los modelos que ellos mismos transmiten; e instalar filtros de control parental son algunas de las medidas que se pueden implementar fácilmente en cualquier hogar.
Por último, Jurkowski señala que el uso excesivo de las redes sociales en particular pero también de las nuevas tecnologías en general conlleva otros riesgos, menos dramáticos pero que igualmente merecen ser reflexionados. Uno de ellos es la adicción a lo digital. “Estas nuevas generaciones acceden a la tecnología cada vez a más corta edad y la empiezan a ver como una única herramienta para todo. No encuentran otros recursos para su vida, para jugar, para calmarse, para comunicarse. ¿Y cuál es el peligro? Que lo digital estimula ciertos sentidos pero no todos. Y un niño en desarrollo necesita poder estar estimulado en todos los sentidos, en el tacto, en el olfato y no solamente en lo que es auditivo o visual. Necesita además desarrollar la motricidad fina y la motricidad gruesa”, explica la psicóloga. Y enumera otros males que genera el abuso de la tecnología: sedentarismo, obesidad, obturación de la creatividad. La buena noticia es que, como siempre, con dedicación, educación, diálogo y compromiso de los padres los chicos pueden aprender a cuidarse y a hacer un uso responsable.
Fotos: istock
Fuente: Revista Cabal