La ludopatía suele estar asociada a estados de irritabilidad y nerviosismo.

Se trata de menores que destinan más horas de las adecuadas a un juego, transgrediendo los límites que le ponen los padres y usando más tiempo de lo que ellos mismos se proponen inicialmente.

El psicólogo de Centros Médicos Vidaintegra, Fernando Marchant, explica que “comúnmente, cuando el niño hace esfuerzos por controlar el tiempo que está expuesto al juego, fracasa. Lo usa como distracción para evadir conflictos o carencias emocionales, llegando incluso a mentir y tratar de ocultar su grado de adicción. Muchas veces baja el rendimiento escolar y deja de lado la interacción social con amigos y familiares”.

El profesional asegura que en la mayoría de los casos, son los videojuegos los que atrapan a los niños y jóvenes, quienes en la mayoría de los casos aumentan la frecuencia e intensidad de la exposición al juego sin medir las consecuencias y muchas veces pueden llegar a perder el control sobre el tiempo que dedican a esta actividad.

La diferencia entre el simple gusto por jugar y la ludopatía

El psicólogo asegura que el simple gusto por jugar va asociado a la capacidad de adaptación y de asumir correctamente las responsabilidades propias del hogar y del ámbito académico. “El niño cumple primero con sus deberes y deja el juego como un premio, siendo capaz de respetar la orden del adulto que fija las reglas y normas. En la ludopatía, en cambio, se desobedece al adulto, se le engaña e incluso se puede mostrar una conducta hostil ante las limitaciones de horario”, asegura el profesional.

Niños más propensos a la ludopatía

En el caso de los niños, la ludopatía se asocia al déficit atencional no tratado. “Son menores que se aburren fácilmente y pertenecen a una familia que presenta una dinámica disfuncional no tratada. En estos niños, se suele encontrar falta de habilidades sociales y de asertividad, impulsividad y mal rendimiento”, explica el profesional.

El psicólogo asegura que hay que poner atención en caso de que el niño presente algunas de estas características:

. Presente alteraciones del comportamiento: irritabilidad, ansiedad, nerviosismo general

. Manifieste tener un sueño poco reparador producto de insomnio

. Exista alteración del apetito

. Baje su rendimiento escolar

. Disminuya el contacto con sus amigos y familia

Tratamiento

Se recomienda la psicoterapia individual donde es esencial involucrar activamente a los padres y el entorno más cercano del menor. Dependiendo del grado de adicción, puede intervenir un psiquiatra infanto-juvenil que realice un tratamiento complementario a la terapia, con el apoyo de fármacos si es necesario.

Fuente: www.vidayestilo.terra.es


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