Parémonos a pensar un momento: ¿cómo reaccionamos cuando nuestro hijo nos dice que se aburre o cuando vemos que no sabe qué hacer? Por lo general, los padres suelen reaccionar de alguna de estas dos formas:
– Sobreestimulando a los niños
La respuesta inmediata de muchos adultos es la de la sobreestimulación. Es decir, buscar inmediatamente algo con lo que se puedan entretener. Incluso, en épocas de vacaciones les programamos jornadas de ocio para que tengan todo su tiempo ocupado. Su entretenimiento es de carácter totalmente dirigido. Los progenitores proceden así con sus hijos ante estas situaciones porque el ‘no hacer nada’ está socialmente muy mal valorado.
Sin embargo, actuando así, los padres consiguen el efecto contrario al que buscan. Ya que los niños pueden cumplir o no con esas actividades pero no miran realmente los que quieren.
Darles todo hecho y planificado no les ayuda, sino que hace a los niños aún más dependientes y sobreprotegidos. Además los adultos corren el riesgo de acabar agotados y frustrados si lo que proponen no es del agrado de los niños.
– Ignorando cómo se sienten los niños
Pero cuidado… Ante el aburrimiento infantil, otra respuesta de los padres puede ser no prestarles atención, lo que significaría dejarles a sus anchas sin atención, o sin estímulos. Esto podría tener efectos negativos a nivel del aprendizaje y desarrollo de los niños, especialmente si son pequeños y es una situación que se repite a menudo.
Además, ignorando las emociones de los nuestros hijos (no podemos olvidar que el aburrimiento también es una emoción), les transmitimos el mensaje de que no nos importa cómo se sienten, lo que invalida sus emociones y se podría traducir en una carencia afectiva.
Beneficios de que los niños se aburran a veces
El aburrimiento es la antesala de la creatividad. Los niños deben utilizar ese tiempo en el que nada les satisface (se aburren) para crear e inventar. Los niños de hoy en día están muy ocupados y saturados de tareas y actividades. Esto hace que cuando hay algún momento libre no saben cómo gestionarlo y demandan más actividades a los padres.
El desarrollo de la creatividad de los niños resulta esencial, tanto para la infancia como para su futuro. Es muy importante para que los pequeños se diviertan y hagan sus propias creaciones. Sin embargo, también es una cualidad cada vez más demandada en los ámbitos laborales, ya que la creatividad da paso a la innovación.
Pero, además, tal y como señala el estudio ‘La Creatividad en los Niños de Preescolar, un reto de la educación contemporánea’ (de Nancy Medina, Míriam E. Velázquez, Joel Alhuay-Quispe y Felipe Aguirre, publicado en la Revista Iberoaméricana sobre Calidad, Eficacia y Cambio en Educación), las personas creativas saben desenvolverse mejor (de forma más sencilla, rápida y acertada) en las distintas situaciones que pueden darse. Y es que gracias a esta creatividad y a la agudeza mental, son más capaces de poner en práctica todas sus habilidades y competencias para resolver los problemas que se van encontrando, teniendo en cuenta el contexto en el que se encuentran.
Por otro lado, el tiempo libre es fundamental ya que muchas grandes ideas surgen en estos momentos de relajación. En esta libertad el niño puede desarrollar muchas capacidades positivas para su crecimiento.
Gracias al aburrimiento el niño desarrolla la autonomía personal, el pensamiento propio, abren su mente a ideas nuevas y desarrollan la imaginación.
Entonces, ¿qué hacer ante el aburrimiento infantil?
Todos los niños han dicho eso de ‘me aburro’ en algún momento de sus vidas. Si los padres sabemos que el aburrimiento puede resultar positivo para los niños (siempre que encontremos un equilibrio), ¿qué debemos hacer cuando el aburrimiento infantil entra en casa? Vamos a ver a continuación algunas claves:
– Decirles a los niños qué deben hacer puede ser perjudicial
Los padres han de perder el miedo a que los niños se aburran y darles la oportunidad de hacer cosas y que descubran la forma de entretenerse por sí mismos para adquirir habilidades como ser más tolerantes, creativos y resolutivos.
– Reflexionar sobre qué lleva a nuestros hijos a esta situación
Es normal que los padres al escuchar la expresión ‘me aburro’ den por hecho que el niño hace referencia a la monotonía o al tedio por encontrar algo que le distraiga. Pero algunas veces, este término tiene otro significado y debemos reflexionar sobre ello.
No podemos obviar, por ejemplo, que aunque la palabra ‘rutina’ nos recuerde al aburrimiento, para los niños es muy importante que establezcamos unos hábitos. Y es que estos les aportan seguridad y les ayudan en el desarrollo emocional y físico. Algunos de los hábitos más comunes que nuestros hijos necesitan son los hábitos de higiene, de sueño, de alimentación, de la buena convivencia, etc.
– Cuando el aburrimiento, no es aburrimiento
Cuando el pequeño dice que se aburre, no siempre responde a una emoción de aburrimiento. Muchos niños cuando están tristes, molestos con algo o tienen miedo, recurren a esta frase para expresar sus emociones. Y es que los niños van aprendiendo a diferenciar las distintas emociones gracias a la educación emocional que les brindamos día a día. Por ello, en ocasiones es fácil confundir algunas de ellas: tristeza, enfado, frustración, aburrimiento… ¡incluso hambre!
Por tanto, es importante que los padres puedan descubrir qué emoción se encuentra detrás de la demanda que hace el niño para poder ayudarle de la manera apropiada. Y, por supuesto, podemos aprovechar para hacerles comprender que realmente lo que sienten en ese momento es aburrimiento, y no otra emoción.
Fuente: www.guiainfantil.com
Autor: Borja Quicios. Psicólogo educativo