Los autores plantean la complejidad de esta relación, en vísperas de las conmemoraciones del día mundial de la seguridad y salud en el trabajo, el 28 de abril, y el día de los trabajadores, el 1º de mayo
¡Hola! ¡Oiga! ¿Cómo se gana la vida? ¿En qué trabaja? Caminando hacia un necesario re-conocimiento del trabajo citamos a Christophe Dejours, psicólogo francés estudioso del tema, que nos ha visitado muchas veces, y nos dice: “El reconocimiento no es un reclamo marginal de quienes trabajan. Muy por el contrario, se presenta como un elemento decisivo de la dinámica de la movilización subjetiva de la inteligencia y la personalidad en el trabajo. Cuando se reconoce mi trabajo, lo que adquiere sentido son mis angustias, mis dudas, mis decepciones, mis desalientos. El sujeto puede transferir ese reconocimiento del trabajo al registro de la construcción de la identidad, y el trabajo se inscribe así en la dinámica de la autorealización”.
Sin lugar a dudas pensar sobre la relación salud-trabajo es entrar en una complejidad que tiene diversas perspectivas. Tanto a nivel profesional como de políticas públicas de salud y de trabajo. Así también, el tema es epistemológico: ¿Cómo se re-conoce desde afuera del mundo concreto de un proceso de trabajo lo que allí sucede? Si alguien sufre… ¿Se ve?, ¿Cómo se llega al conocimiento de la relación entre nuestra salud y el producto del trabajo que realizamos?
Estas reflexiones nos pueden permitir caminar hacia el encuentro entre algo fundamental como es el “derecho a la vida” con el “derecho al trabajo”. Es decir, hablamos de un proceso de salud satisfactorio, en relación a lo que cotidianamente sostenemos por un prolongado espacio de nuestra vida: el trabajo con el que nos realizamos como seres históricos en un mundo personal y social. Con el que “nos ganamos la vida”.
La relación sujeto-trabajo es ambivalente. Puede producir bienestar o malestar. Es muy frecuente en la práctica de abordaje en relación a la salud mental encontrar manifestaciones fundadas en etiologías (de forma total o parcial) consonantes con lo laboral. En los últimos años (casi desde mitad del siglo XX) tanto el stress, como el burnout son consultas frecuentes de trabajadores de ambos sexos y diversos ámbitos laborales casi sin distinción: educación, periodismo, laboratorios, fábricas, administración, transporte (muy grave), etc.
Podemos describir un sujeto que ha quedado sin fuego… siente apagarse, fundirse… estar “fundido” como el motor de un auto sobre-exigido… alguien que desiste de luchar diariamente contra adversidades que lo superan y de las que “no puede hablar”, sin ganas… de nada, con escasa vida social y sexual.
Es una perspectiva compleja para el ámbito profesional que atiende temas de salud y trabajo y en especial salud mental. En marcha está una reformulación de la formación profesional y de los servicios públicos que asisten esta demanda del mundo del trabajo. Donde además, nadie se encuentra exento, tanto médicos, psicólogos, enfermeras, fonoaudiólogas, fisiatras, y demás (no en vano se pronuncian profesionales de la salud) son trabajadores (en muchos casos) que no han reciclado sus condiciones de trabajo y muchas veces padecen un malestar similar al de sus pacientes.
Es necesaria una mirada de mayor profundidad, en relación a la reformulación de las políticas de salud, educación y trabajo. El escenario actual nos reclama acciones concretas y multidisciplinarias, económicas, científicas y políticas tanto a nivel local, provincial y nacional para atender una demanda todavía dispersa en incertidumbres “inespecíficas” (para utilizar el lenguaje de la desidia o la falta de deseo).
Nos referimos a que en la perspectiva del mundo del trabajo las intervenciones profesionales deben sumar el conocimiento de las vertientes del sujeto y la subjetividad, la familia y la comunidad, así como los avances científico-técnicos en el diseño de servicios públicos de atención de salud mental.
Esta propuesta para pensar y actuar, ha dado lugar a un fenómeno no menos complejo: violencia-trabajo. Tema histórico desde los análisis de la relación capital-trabajo más de un siglo atrás. Actualmente algo invisibilizado y desplazado de su eje necesario para regular las relaciones laborales.
Una violencia explicita e implícita en múltiples contextos del mundo del trabajo, está en la escena de una gran variedad de puestos de trabajo y organizaciones institucionales.
Es un espacio histórico-concreto que estudiamos, abogados, psicólogos, antropólogos, sociólogos, economistas, médicos, trabajadores sociales, etc. Donde debemos buscar, develar la violencia oculta y a la vez transparente, a una mirada incisiva en busca de regulaciones necesarias. Alerta ante variadas demandas de atención de angustias, frustraciones, dolor y enfermedad.
La escucha terapéutica se debe un entrenamiento para tal ejercicio, por el hecho y existencia de esta “modalidad sufriente” que estaba tan cerca del trabajo y sus procesos organizacionales, como de la enfermedad y la salud.
Como promotores de salud mental el desafío de nuestros que haceres es arduo, donde por sobre todas las cosas debemos construir puentes que configuren sentidos saludables entre la compleja convivencia entre salud y trabajo.
Invitados: Lic. Deolidia Martínez y Lic. Gabriel Righetto.